Estos días han sido para mí un gran respiro, en medio del trajinar corriente del trabajo ministerial y de formación en el Seminario. Como supondrán, queridos amigos lectores, al terminar un semestre se vive la vida con mayor intensidad, requerido por mil historias, si no dos mil...
En una charla que escuché durante estos días, que estoy empleando para participar de una convivencia sacerdotal y de formación, me removió el tema de la vida y la familia, de su gran valor para la Iglesia y la humanidad, y de su precaria seguridad y defensa que encuentran en la sociedad y en la política, y de que no debemos dormir mientras los otros las deshacen.
Si hemos de preocuparnos del tema, pensemos qué estamos haciendo para protegerlas y promoverlas allí donde estamos, en las cosas pequeñas, intentando resguardarlas en nuestra familia y nuestras circunstancias, aunque cueste. Ya hablaremos más veces del tema en este espacio.
Dios los guarde, amigos, en este domingo.
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