Era una tarde de varias, en un país lejano –sí que es lejano–: un sacerdote y unos universitarios intentaban hacer un rato de oración.
El sacerdote habló del trabajo y su valor sobrenatural si se ofrecía a Dios. Pero, refiriéndose al pesar que se le había agregado al trabajo tras el pecado, se le ocurrió incluso cantar –loco él– aquella vieja canción de –según tengo entendido– es de Luis Aguilé que dice “Es una lata el trabajar, todos los días te tenés que levantar. Aparte de esto, gracias a Dios, la vida pasa felizmente si hay amor”.
Ése mismo día, y el siguiente…, estuvo sonando esa canción en la garganta de aquellos estudiantes de medicina.
Es que hoy leímos Gn 2,4-9 y aquello de que “el hombre fue creado para que cuidara y cultivara el jardín”, es decir, para trabajar.
Con cierta sorna ha cantado también Facundo Cabral: “Mira si será malo el trabajo, que deben pagarte para que lo hagas…”
¿Estarán “enfermos” aquellos a los que les gusta trabajar?
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