La Virgen, visitando al tío de San Juan Diego |
Ayer llevé la Comunión a una niña de 13 años, a quien han diagnosticado una grave enfermedad. Sus padres no le han dicho de qué se trata, pero sabe que comenzará un tratamiento muy fuerte dentro de poco. Les pido alguna oración por ella y sus papás.
Sus papás son aún jóvenes; la niña tiene un hermano más pequeño. Como todo matrimonio, ellos también tienen sus problemas. Pero, cuando viene un duro golpe en la vida, no hay otro arrimo que el de la fe. ¿Quién podrá ayudarnos sino solo Dios? Porque nadie está preparado para algo así.
La niña, aunque al principio estaba un poco cohibida, se puso a platicar con cierta soltura. Quedamos en que ofrecería sus pequeñas y grandes molestias por los pecados, que rezaría por mí y que yo rezaría por ella.
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