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Micrográfica, hecha por una máquina de escanear electrones, de virus HIV nacientes, en verde, sobre la superficie de un linfocito (tipo de célula blanca).
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Leyendo
el blog de mi querido amigo el P. Carlos me he encontrado con este magnífico
artículo sobre un tema un tanto escabroso: el sida y el uso del condón para
evitar contagiarse. En ocasiones sabemos el principio pero no sabemos
argumentar sobre ello. Así, poco podremos convencer. Claro, para alguien que
ama no necesita argumentos, pero hay que aportarlos para el que no ama.
El
artículo fue escrito por un sacerdote –no dejes de leer sólo porque aparezca la
palabra “sacerdote”, porque podrías pensar que es una predicación-. Da
argumentos contundentes sobre cómo el uso del condón –como lo predicó el Santo
Padre en África- no evita el contagio del sida sino que, engañando, lo estimula.
No más. Dejo paso al artículo.
Muy estimado amigo:
Le admiro como humorista; no me da empacho decirlo. Le escribo con la autoridad
que me proporciona ser un sacerdote que visita todas las mañanas de todos los
viernes a los pacientes de VIH-sida en el Hospital de Infectología. Voy
siempre con un equipo de voluntarios y voluntarias de la Casa de la Vida. No
sólo le escribo como un apóstol de mis enfermos, sino como simple hombre culto
(soy abogado y sacerdote, con 10 años de estudios en tres universidades
españolas). Estoy completamente en contacto con todo lo que sucede. Me muevo en
la Internet como un pez en el agua. Le digo esto, porque a veces la gente
piensa que los curas vivimos en otro planeta.
He visto su chiste de hoy sobre el Papa y el criterio de la Iglesia Católica
sobre la ineficacia del preservativo para combatir el SIDA.
Dejemos aparte, sólo por método, para poder dirigirme a usted, con total
independencia de sus creencias: no sé nada de su religión, ni siquiera sé si
cree en Dios o no. da lo mismo para el caso, los motivos morales por los cuales
la Iglesia católica se opone al uso del preservativo para combatir la pandemia
del sida.
Tome usted un microscopio. Ponga un preservativo de látex. Mida las
microscópicas perforaciones que tiene el látex. Apunte en una libreta las
milimicras que posee cualquiera de las perforaciones. Ahora, coja un virus del
sida. Póngalo en el microscopio. Mídalo. Ahora compare las dos medidas. La
ciencia de hoy afirma que el virus del sida es 450 veces más pequeño que el
espermatozoide. Si bien los espermatozoides no atraviesan las perforaciones del
preservativo, claro que los virus del sida sí lo hacen. Por otra parte, hemos
de reconocer que la masiva difusión del preservativo, no determina una
disminución del número de relaciones sexuales, sino, por lo contrario las
facilita, las estimula, las incentiva.
Sepa, además, mi estimado amigo, que tras la difusión masiva del
preservativo hay toda una industria con gigantescos intereses económicos, todo
un capitalismo. y, lo peor, ellos saben que el preservativo no preserva de
nada, y que, como dice el Papa, aumenta la pandemia, sin embargo, son tan
criminales y tan genocidas, que por forrarse los bolsillos de dólares, empujan
al mundo entero a la peor pandemia de la historia.
La irresponsabilidad de las autoridades de salud del mundo entero, es
espantosa. Tras esa irresponsabilidad, o está una tercermundista ignorancia o
una tercermundista corrupción. Todos ellos tendrán que dar cuenta a Dios.
No por motivos religiosos, sino por simples razones de salud pública, la
autoridad gubernamental debería informar a la gente los peligros que comporta
el uso del preservativo. Algo así como se hace con la campaña de difusión de la
estrecha relación que hay entre el tabaco y el cáncer.
Para terminar: son innumerables los y las pacientes de sida que cuando yo les
he preguntado, con toda mi intención, si usaron “protección”. Me miran con
profunda tristeza y con una sonrisa cargada de odio e ironía me dicen:
“Padrecito, el preservativo no sirve para nada. Le invito un viernes a visitar
conmigo a mis enfermitos de sida, hoy mismo he estado con ellos y luego me dirá
si se atreve a hacer, querido amigo, un chiste sobre la relación que hay entre
la difusión del preservativo y el avance de la pandemia del sida.
Venga,
le recibiremos llenos de cariño en nuestro equipo. Venga, y verá cómo los
enfermitos están equivocados, sí que están equivocados, cuando dicen que no
sirve para nada: ¡Claro que sirve!, y muchísimo: sirve para contagiarse ellos
del sida; y sirve, sobre todo, para que muchos millonarios del primer mundo y
del tercero, ganen más euros y dólares a costa de los millones de enfermos de
sida que se fiaron del preservativo.
Además, mi querido amigo: no sé si usted es casado, no sé si tiene hijas. Pero
si un chico le dice a usted que va a tener relaciones con su hija, no creo que
usted le diga: “¡Ok; pero con preservativo!” Me imagino que, como padre digno
que supongo será, le dirá al chico de turno: “Amigo, usted a mi hija no me la
toca, hasta que sea su esposa, después de haberse casado con ella, como Dios
manda. ¡Mientras, ni con preservativo, ni sin preservativo!”.
Y esto es lo que la Iglesia afirma como el mejor y único camino para preservar
al mundo del sida. Y de muchos otros males, tales como los hijos sin hogar. En
esto, supongo que usted coincide con Dios y la Iglesia.