«Despacito y buena letra: / hacer las cosas bien / importa más que el hacerlas» (A. Machado)
miércoles, 31 de marzo de 2010
Viviendo la Semana Santa
domingo, 28 de marzo de 2010
Comenzamos la Semana Santa
Les pido una vez más, que nos encomienden a los sacerdotes un poquito más -siempre lo necesitamos-. Mañana, aquí en la Rioja, tendremos la Misa Crismal. En esta celebración, los sacerdotes renovaremos nuestras promesas sacerdotales. En esta ocasión, el año sacerdotal reviste este acto de mayor significado: necesitamos que todos los sacerdotes nos entreguemos totalmente a Cristo, para que seamos mejores instrumentos.
viernes, 26 de marzo de 2010
Preparando la Semana Santa
jueves, 25 de marzo de 2010
La Anunciación
miércoles, 24 de marzo de 2010
El Papa, la moral, los escándalos...
Hace dos días (24 de marzo), el diario El Mundo publicó el siguiente artículo de Rafael Navarro-Valls, prestigioso catedrático de la Complutense de Madrid. Aunque es largo, lo reproducimos entero, por los argumentos que presenta a raíz de la carta de Benedicto XVI a la Iglesia en Irlanda y el problema de los escándalos sexuales de algunos sacerdotes y religiosos.
Un tribunal de la Haya decidió en julio de 2006 que el partido pedófilo Diversidad, Libertad y Amor Fraternal (PNVD, siglas holandesas) , “no puede ser prohibido, ya que tiene el mismo derecho a existir que cualquier otra formación”. Los objetivos de este partido político eran: reducir la edad de consentimiento (12 años) para mantener relaciones sexuales, legalizar la pornografía infantil, respaldar la emisión de porno duro en horario diurno de televisión y autorizar la zoofilia. El partido acaba de disolverse esta misma semana. Al parecer, ha contribuido decisivamente la “dura campaña” lanzada desde todos los frentes, internet incluido, por el sacerdote católico F.Di Noto, implacable en la lucha contra la pedofilia.
Esta buena noticia - cuyo protagonista es un sacerdote católico - coincide con otra mala, protagonizada también por sacerdotes de esta confesión. Me refiero a la tempestad mediática desatada por abusos sexuales de algunos clérigos sobre menores de edad. Estos son los datos: 3.000 casos de sacerdotes diocesanos involucrados en delitos cometidos en los últimos cincuenta años, aunque no todos declarados culpables por sentencia condenatoria. Según Charles J. Sicluna – algo así como el fiscal general del organismo de la Santa Sede encargado de estos delitos - : “ el 60% de estos casos son de ‘efebofilia’, o sea de atracción sexual por adolescentes del mismo sexo; el 30% son de relaciones heterosexuales, y el 10%, de actos de pederastia verdadera y propia, esto es, por atracción sexual hacia niños impúberes. Estos últimos, son unos trescientos. Son siempre demasiados, pero hay que reconocer que el fenómeno no está tan difundido como se dice”.
Efectivamente, si se tiene en cuenta que hoy existen unos 500.000 sacerdotes diocesanos y religiosos, esos datos –sin dejar de ser tristes, - suponen un tanto por ciento no superior al 0.6%. El trabajo científico más sólido que conozco de autor no católico es el del profesor Philip Jenkins, Pedophiles and Priest, Anatomy of a Contemporary Crisis ( Oxford University Press). Su tesis es que la proporción de clérigos con problemas de desorden sexual es menor en la Iglesia Católica que en otras confesiones. Y, sobre todo, mucho menor que en otros modelos institucionales de convivencia organizada. Si en la Iglesia Católica pueden ahora resaltar más - y antes- es por la centralización eclesiástica de Roma, que permite recoger información, contabilizar y conocer los problemas con más inmediatez que en otras instituciones y organizaciones, confesionales o no. Hay dos ejemplos recientes que confirman los análisis de Jenkins. Los datos que acaban de facilitar las autoridades austríacas indican que, en un mismo período de tiempo, los casos de abusos sexuales señalados en instituciones vinculadas a la Iglesia han sido 17, mientras que en otros ambientes eran 510. Según un informe publicado por Luigi Accatoli ( un clásico del Corriere della Sera) , de los 210.000 casos de abusos sexuales registrados en Alemania desde 1995, solamente 94 corresponden a personas e instituciones de la Iglesia católica. Eso supone un 0,045% .
Me da la impresión de que se está generando un clima artificial de “pánico moral”, al que no es ajeno cierta pandemia mediática o literaria centrada en las “desviaciones sexuales del clero”, convertidas en una suerte de pantano moral. Nada nuevo, por otra parte, pero que ahora alcanza cotas desproporcionadas, al conocerse hace unos días los casos ocurridos en Alemania, Austria y Holanda. La campaña recuerda las leyendas negras sobre el tema en la Europa Medieval, la Inglaterra de los Tudor, la Francia revolucionaria o la Alemania nacional-socialista. Coincido con Jenkins cuando observa : “ el poder propagandístico permanente de la cuestión pedófila fue uno de los medios de propaganda y acoso utilizados por los políticos, en su intento de romper el poder de la Iglesia católica alemana, especialmente en el ámbito de la educación y servicios sociales”. Esta idea es ilustrativa, si se piensa en aquel comentario de Himmler : “nadie sabe muy bien lo que ocurre tras los muros de los monasterios y en las filas de la comunidad de Roma…"Hoy también se mezcla la información de datos y hechos con insinuaciones y equívocos provocados. Al final, la impresión es que la única culpable de esa triste situación es la Iglesia católica y su moral sexual.
Dicho esto, es evidente que el problema tiene la gravedad suficiente para abordarlo sin oblicuidades. Vayamos a sus causas. Debo reconocer que me llamó la atención el énfasis que Benedicto XVI puso en la reiterada condena de estos abusos en su viaje a Estados Unidos. Los analistas esperaban, desde luego, alguna referencia al tema. Pero sorprendió que por cuatro veces aludiera a estos escándalos. Y es que, en realidad, esta cuestión hunde sus raíces en los años sesenta y setenta, pero estalla a principios del nuevo milenio con sus repercusiones patrimoniales y de reparación para las víctimas. Algo, pensaba yo, que pertenece al pasado. A un pasado que coincidió con la llamarada de la revolución sexual de los sesenta. Por entonces se descubrió, entre otras filias y fobias, la “novedad” de la pedofilia, apuntando, entre otros objetivos, a la demolición de las “murallas” levantadas para impedir el contacto erótico entre adultos y menores. ¿Quién no recuerda – en torno a aquellos años - a Mrs Robinson y a Lolita…? Si se hurga un poco comprobaremos que algunos de los más inflexibles “moralistas” actuales, fueron apóstoles activos de la liberación sexual de los sesenta/setenta.
Esta revolución ha marcado a una cultura y a su época, dejando una profunda huella, que contagió también a ciertos ambientes clericales. Así, algunas Universidades católicas de América y Europa desarrollaron enseñanzas con una concepción equívoca de la sexualidad humana y de la teología moral. Al igual que toda una generación, algunos de los seminaristas no fueron inmunes y actuaron luego de modo indigno. Contra esa podredumbre se enfrentó decididamente Juan Pablo II, cancelando el permiso de enseñar en esas Universidades a algunos docentes, entre ellos a Charles Curran, exponente cualificado de aquella corriente.
Benedicto XVI, no obstante las raíces antiguas del problema, decidió actuar con tolerancia cero en algo que mancha el honor del sacerdocio y la integridad de las víctimas. De ahí sus reiteradas referencias al tema en Estados Unidos y su rápida reacción convocando a Roma a los responsables, cuando el problema estalló en algunas diócesis irlandesas. De hecho acaba de hacerse pública una dura carta a la Iglesia en Irlanda donde el Papa viene a llamar “traidores” a los culpables de los abusos y anuncia, entre otras medidas, una rigurosa inspección en diócesis, seminarios y organizaciones religiosas. Resulta sarcástico el intento de involucrarle ahora en escándalos sexuales de algún sacerdote de la diócesis que regentó hace años el arzobispo Ratzinger. Sobre todo si se piensa que fue precisamente el cardenal Ratzinger quien, como prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe, firmó el 18 de mayo de 2001 la circular De delictis gravioribus' (“crímenes más graves”) con duras medidas ejecutivas contra esos comportamientos. El propio hecho de reservar a la Santa Sede juzgar los casos de pedofilia (junto con los atentados contra los sacramentos de la Eucaristía y la Confesión) subraya la gravedad que les confiere, así como el propósito de que el juicio no aparezca “condicionado” por otras instancias locales, potencialmente más influenciables.
Desde luego, en todas partes cuecen habas. Nigel Hamilton ha escrito sobre la presidencia de EE.UU: “En la Casa Blanca hemos tenido a violadores, mariposones, y, para decirlo suavemente, personas con preferencias sexuales poco habituales. Hemos tenido asesinos, esclavistas, estafadores, alcohólicos, ludópatas y adictos de todo tipo. Cuando un amigo le preguntó al presidente Kennedy por qué permitía que su lujuria interfiriese en la seguridad nacional, respondió: "No puedo evitarlo".
Ante el problema, la Iglesia es una de las pocas instituciones que no ha cerrado las ventanas ni atrancado las puertas hasta que pase la tormenta. No se ha acurrucado en sí misma “hasta que los bárbaros se retiren a los bosques”. Ha plantado cara al problema, ha endurecido su legislación, ha pedido perdón a las víctimas, las ha indemnizado y se ha tornado implacable con los agresores. Denunciemos los errores, desde luego, pero seamos justos con quienes sí quieren –a diferencia de Kennedy- evitarlos.
martes, 23 de marzo de 2010
Carta del Santo Padre a la Iglesia en Irlanda
Es de conocimiento de todos el problema que atraviesa la Iglesia en Irlanda, a raíz de los abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes y religiosos en las décadas pasadas. Ha servido, para colmo, de comidilla de los medios de comunicación, y ha servido para que los que no simpatizan con la Iglesia se mofen de ello.
Desde luego, para los verdaderos hijos de la Iglesia es un motivo de dolor inmenso porque se la ofende, y se ofende a Dios, en último término, además a la persona y a la dignidad de las víctimas.
El Santo Padre, en un acto valeroso y lleno de fe, ha escrito una carta pastoral amplia a los hijos de la Iglesia en Irlanda, expresando su cercanía, sus oraciones y su apoyo.
Evidentemente, el Papa no atenúa la gravedad del pecado; en la carta expresa en nombre de la Iglesia “vergüenza y remordimiento” por los errores cometidos. En la carta, el Papa se dirige a las víctimas animándolas a sobrellevar su dolor en Cristo, a los culpables les pide que hagan penitencia por el mal ocasionado y que se sometan a la justicia divina y a la humana. Se dirige a los padres de las víctimas, a los obispos y sacerdotes y religiosos, a los fieles en general de Irlanda. Propone, en la conclusión, medidas concretas para afrontar la situación, que son un tesoro de propuestas.
¿Por qué suceden estas cosas? ¿Por qué la Iglesia sufre ahora con estos pecados de sus hijos? Le pedimos a Dios, evidentemente, que nos guarde de caer en tales males y en cualquier otro. A alguno le escuché comentar: “está bien que salgan a la luz, para arreglarlas de una buena vez”; Dios mediante, repercutirá en bien de la Iglesia.
Me recordaron unas palabras que el Santo Padre pronunció, siendo todavía cardenal, en aquel Vía Crucis del 2005: “Frecuentemente tu Iglesia, Señor, nos parece una barca a punto de hundirse, que hace aguas por todas partes y en tu campo vemos más cizaña que trigo. Ten piedad de tu Iglesia, también en ella el hombre cae una y otra vez y Satanás se alegra, esperando que en la caída de tu Iglesia te arrastre, quedes para siempre abatido. Pero Tú , Señor, te levantas y puedes levantarnos”.
Les dejo, para terminar, con la oración que propuso el Santo Padre a los feligreses de Irlanda. Pueden leer el mensaje entero pinchando aquí.
Dios de nuestros padres,
renuévanos en la fe que es nuestra vida y salvación,
en la esperanza que promete el perdón y la renovación interior,
en la caridad que purifica y abre nuestros corazones
en tu amor , y a través de ti en el amor de todos nuestros hermanos y hermanas.
Señor Jesucristo,
Que la Iglesia en Irlanda renueve su compromiso milenario
en la formación de nuestros jóvenes en el camino de la verdad,la bondad, la santidad y el servicio generoso a la sociedad.
Espíritu Santo, consolador, defensor y guía,
inspira una nueva primavera de santidad y entrega apostólica
para la Iglesia en Irlanda.
Que nuestro dolor y nuestras lágrimas,
nuestro sincero esfuerzo para enderezar los errores del pasado
y nuestro firme propósito de enmienda,
den una cosecha abundante de gracia
para la profundización de la fe
en nuestras familias, parroquias, escuelas y asociaciones,
para el progreso espiritual de la sociedad irlandesa,
y el crecimiento de la caridad. la justicia, la alegría y la paz en toda la familia humana.
A ti, Trinidad,
con plena confianza en la protección de María,
Reina de Irlanda, Madre nuestra,
y de San Patricio, Santa Brígida y todos los santos,
nos confiamos nosotros mismos, nuestros hijos,
y confiamos las necesidades de la Iglesia en Irlanda.
lunes, 22 de marzo de 2010
Con el peluquero
- ¿Cómo quiere que se lo corte?
- ¿Qué tal un estilo “normal”? No soy exigente; un recorte nada más.
Es que hoy fui al peluquero para un recorte de pelo. Hoy, después de... muchas semanas.
Tuve que esperar poco, gracias a Dios. Era una peluquería pequeña, con tres puestos para las "operaciones". Dos peluqueros, con sendas camisas amarillas y jeans...
Se puso mi peluquero detrás de mi cabellera cual investigador sobre un bicho que le fascina: con los brazos alzados, tomaba un mechón de pelo con el peine, lo ponía entre dos dedos y tomaba el peine con los otros dedos, y cercenaba los pelos que habían crecido. Todo esto a una velocidad impresionante.
Yo, desconfiado, no quedo satisfecho por lo que veo sino por lo que siento: además de que el pelo se me vea más o menos bien, necesito tocarlo... En fin, “algún defecto” debía tener.
La anterior “víctima”, mientras yo me acomodaba en la silla de operaciones, estaba pagando. No sé por qué, pero hablaba bajo –en un español es un poco raro–, diciéndole al peluquero que volvería en un momento, porque no le alcanzaba para pagar. Con toda naturalidad, el peluquero le dijo: “¡déjalo así! Por lo que falta, yo no me voy a volver pobre ni usted se va a volver rico”. De hecho, volvió en menos de cinco munos a dejar el resto.
Una cosa que me gustó un montón fue el cuidado que ponen en cuidar sus instrumentos de tortura... El otro peluquero terminó con su “paciente”, y se quedó un momento solo. Se puso a limpiar concienzudamente las cosas que había usado. Si no puso presencia de Dios en ese trabajo y lo ofreció, yo sí lo hice; a ver si vale para el cielo.
Aunque uno va al peluquero resignado, porque pueden hacerle cualquier cosa a uno -me recuerdo de un peluquero novato en el Seminario Mayor-, al terminar queda uno agradecido, porque la cabeza está más ventilada. No viene mal para pensar un poco mejor...
sábado, 20 de marzo de 2010
Visitando a unos amigos
He tenido un día de descanso en tan grata compañía.
He tomado unas pocas horas –haciendo un espacio en el trabajo intelectual– para compartir con unos amigos que viven en Logroño. Dentro de poco cumplirán sus bodas de oro.
Hemos hablado de mi tierra, también de esta tierra de España, y de amigos y de gente conocida.
Les ha salido tan natural decir: “a nosotros, gracias a Dios, las cosas materiales las tenemos de sobra, no nos hace falta nada, pero necesitamos cariño...”
El cariño es una regalo que todos necesitamos: gente rica y gente pobre, gente instruida y menos instruida, hombres y mujeres, pequeños y grandes..., todos.
En algunas ocasiones me he cuestionado: ¿qué tiene el sacerdote, su presencia, que aunque no concede bienes materiales, siempre conforta a quienes visita. Unas palabras, quizá torpes, dirigir una pequeña oración, un pequeño detalle..., todo es muy agradecido y recompensado.
Al final, el sacerdote es el que mejor recompensado sale.
viernes, 19 de marzo de 2010
Un canto a la normalidad
Un canto a la normalidad
Esto es la vida de san José, un gran canto a la bendita normalidad.
Dios decidió la manera de salvarnos: hacerse hombre y morir por nosotros. Pero, se hizo un hombre “normal”, es decir, nació en una familia, tuvo un papá y una mamá, como cualquiera de nosotros.
Don singular el de ser padre del mismo Hijo de Dios, sin duda, pero lo crió en un pueblo, en una familia, en una casa sencilla –digna, sin duda, en su entorno–, y le enseñó a dirigirse a Dios con devoción judía, y le enseñó un trabajo. ¡Nada estridente, nada postizo, nada fuera de lo normal! Pedimos gracia a Dios para penetrar esa bendita normalidad, semejante a la nuestra.
Hay un himno de la Liturgia de la Horas, con que rezamos hoy. Me encanta meditarla.
Cabeza de tu casa / del que el Señor se fía, / por la carpintería / la gloria pasa. // Tu mano se acompasa / con Dios en la labor, / y alargas tú la mano del Señor.
El hombre en el que Dios confió
Otra virtud que me place mucho resaltar es el de su fidelidad, por su parte, pero también la confianza que Dios puso en él y no defraudó.
Son pocos a los que se les puede confiar una cosa y la toman como suya. Eso es ser responsables: que te confíen una cosa, por pequeña que sea, y que lo hagas lo mejor que esté a tu alcance. Quizá te confíen encargarte de…, ¿atender a la puerta cuando llaman? O quizá algo mucho más grande, como estar encargado de llevar al cielo muchas almas…
San José fue un hombre sencillo, sin complicaciones: obedeció, obedeció inteligentemente. Dios le mandaba una cosa y él –con la gracia de Dios– decidía la mejor forma de ejecutar esa indicación de Dios.
jueves, 18 de marzo de 2010
Dolores y gozos de san José
Estamos en la víspera de la celebración de san José, el hombre en quien Dios confió. Es una devoción maravillosa la de considerar los dolores y los gozos que pasó, y que podemos imitar en nuestra vida. También en nuestra vida hay dolores y gozos: esto no nos puede extrañar, pues esta vida está compuesta de ellos necesariamente. Sólo en el cielo tendremos la felicidad sin fin. Además, asimilando esto nos ayudará a ser realistas y valorar en su justa medida cada acontecimiento grande y pequeño.
Estando en estas deliberaciones –¡durante cuánto tiempo!–, en un sueño, le visitó el Señor y le dio la solución. Le comunicó que formaba parte del plan divino de la salvación. ¿Podríamos imaginar la inmensa alegría que le invadió? Fue tal que al despertar llevó a cabo las indicaciones que había recibido.
¿Cuán grandes son nuestras penas? No lo van a ser tan grandes. Sólo se puede ser feliz en la medida en que se haya sufrido en Dios.
miércoles, 17 de marzo de 2010
Mensaje del Santo Padre para la Cuaresma
Mi cuenta pendiente era hacer eco al mensaje del Santo Padre para la Cuaresma.
Da gusto leer los mensajes del Santo Padre; algo que aprecio es su sentido común. Alguien ha dicho que el “sentido común” es “el menos común de los sentidos”.
El tema del mensaje es la justicia. Tomando pie del concepto jurídico clásico –dare cuique suum, dar a cada uno lo que es suyo–, repara en que este sentido de la justicia distributiva no alcanza a subir por sí mismo al nivel teológico de la “justicia” en el pensamiento bíblico. La justicia y la justificación del hombre (cfr. Rm 3,21-25) hacen referencia a la santidad de Dios y a la salvación del hombre llevada a cabo en el perdón gratuito mediante la entrega de Jesucristo. Jesucristo ha pagado por nuestros pecados.
La injusticia, dice el Santo Padre, viene del corazón, de donde salen las malas intenciones (cfr. Mc 7,15-20-21). De ahí que la verdadera injusticia es el pecado, y su remedio es la conversión y el amor.
La justicia, pues, está lejos de la autosatisfacción y la autorealización personal sino en el amor.
Bueno, les dejo con estos pensamientos. ¿Alguna palabra podrá ayudarnos? Desde luego, me refiero a las palabras mías, porque las del Santo Padre siempre lo hacen. Para leer íntegro el mensaje del Santo Padre
martes, 16 de marzo de 2010
¡Hay que decidirse!
Unos puntos de Camino propongo ahora para los indecisos, pero también para los que nos cuesta vivir la generosidad en la entrega diaria.
¿Por qué no te entregas a Dios de una vez..., de verdad... ¡ahora!? (n. 902)
Si ves claramente tu camino, síguelo. -¿Cómo no desechas la cobardía que te detiene? (n. 903)
"Id, predicad el Evangelio... Yo estaré con vosotros..." -Esto ha dicho Jesús... y te lo ha dicho a ti (n. 904).
"Et regni ejus non erit finis". -¡Su Reino no tendrá fin!
¿No te da alegría trabajar por un reinado así? (n. 906)
"Nesciebatis quia in his quae Patris mei sunt oportet me esse?" -¿No sabíais que yo debo emplearme en las cosas que miran al servicio de mi Padre?
Respuesta de Jesús adolescente. Y respuesta a una madre como su Madre, que hace tres días que va en su busca, creyéndole perdido. -Respuesta que tiene por complemento aquellas palabras de Cristo, que transcribe San Mateo: "El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí" (n. 907).
lunes, 15 de marzo de 2010
"Volver al confesonario"
Queridos hermanos, es necesario volver al confesonario, como lugar en el que celebrar el Sacramento de la Reconciliación, pero también como lugar en el que “habitar” más a menudo, para que el fiel pueda encontrar misericordia, consejo y consuelo, sentirse amado y comprendido por Dios y experimentar la presencia de la Misericordia Divina, junto a la Presencia real en la Eucaristía. La “crisis” del Sacramento de la Penitencia, de la que a menudo se habla, interpela en primer lugar a los sacerdotes y a su gran responsabilidad de educar al Pueblo de Dios en las radicales exigencias del Evangelio. En particular, les pide dedicarse generosamente a la escucha de las confesiones sacramentales; guiar con coraje a la grey, para que no se conforme a la mentalidad de este mundo (cf. Rm 12,2), sino que sepa tomar decisiones también a contracorriente, evitando adaptaciones o compromisos. Por eso es importante que el sacerdote tenga una permanente tensión ascética, alimentada por la comunión con Dios, y se dedique a una constante actualización en el estudio de la teología moral y de las ciencias humanas.
domingo, 14 de marzo de 2010
Javierada de 2010
viernes, 12 de marzo de 2010
Una tertulia sobre el ateísmo
Anoche hemos estado compartiendo con D. Paco Conesa, un sacerdote que ha estudiado y sigue estudiando filosofía.
Nos habló del resurgir de las corrientes ateas, corrientes que antes eran posturas meramente filosóficas, pero que ahora se han vuelto incluso agresivas (se le llama anti-teísmo) y con un interés mediático de propagación. Les gusta hacer mucho “ruido” en los medios de comunicación. Ellos no sólo niegan la existencia de Dios y lo declaran superfluo o inútil para la vida, sino que incluso lo ven como una amenaza positiva y a quien hay que combatir. A Dios y a la religión.
El contertulio definió a los ateos como fundamentalistas: no dialogan, no conceden al interlocutor un voto de confianza, y regularmente van por los slogans sencillos, impactantes, con el que se ganan al público.
Pero también nos habló de ateos que al final acaban cediendo: que el ateísmo es insostenible como sistema de pensamiento, y que, sencillamente, abren los ojos y se dan cuenta QUE DIOS EXISTE, cuando dejan de pensar que su ombligo es el centro del universo.
La verdad es que no nos debe extrañar que haya gente que piense así. Es más, hay mucha gente que practicamente vive sin Dios, y lo más doloroso es que sean y se consideren “cristianos” o “creyentes”.
Hay tanto trabajo para que los que no conocen a Dios le conozcan de verdad. ¡Qué maravilloso panorama de trabajo!
jueves, 11 de marzo de 2010
Ordenaciones en Sololá
Me he enterado, de rebote –y supongo que ya oficialmente–, que habrá ordenaciones diaconales en Sololá, en la fiesta del Santo Hermano Pedro (24 de abril). Se ordenarán ocho. Además de felicitarles porque ven ya expedito el camino para ese día, también les encomendamos.
Los que serán ordenados han terminado hace poco la etapa de formación institucional. Son como pollitos recién salidos del cascarón. Están en parroquias o están ayudando en la formación; comenzando, en fin, la aventura de lo que se llama “pastoral”.
Un poco de miedo les ha de dar, porque no buscan ni buscarán escalar puestos, no buscarán gestar o agrandar un patrimonio personal, no buscarán cumplir con aspiraciones personales –estrictamente “personales”–, sino que se les confiará al Señor en la Eucaristía y se les encomendarán almas. ¡Nada menos...!
Por eso les encomendamos, para que estén a la altura, a la altura de Cristo.
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Por otro lado, un recuerdo por las 192 víctimas del atentado terrorista en la estación de Atocha, en Madrid. Hoy se han cumplido seis años de ese triste suceso.
Además de encomendar a esas almas, también reivindicamos a gritos que la violencia nunca es camino para alcanzar nada, menos una sociedad fraterna y justa. Tantas veces lo proclamó Juan Pablo II: “la violencia genera más violencia”; siembra vientos y cosecharás tempestades...
miércoles, 10 de marzo de 2010
A mal tiempo, buena cara
Lo cierto es que nos encontramos nuevamente con la nieve cayendo. ¡Y estamos a diez de marzo!
A alguno escribí hace algunos días, que gracias a Dios el frío ya se había ido. Me ha sucedido lo que a cierto padre que conozco, que cuando aseguraba: “¡ahora sí, se acabó el invierno!”, ese día llovía a cántaros.
Encomendaré a todos los que conozco, y a los que no conozco también. Por la persona y las intenciones de todos, especialmente del Santo Padre y la Iglesia, y demás...
martes, 9 de marzo de 2010
Más sobre Alexia
lunes, 8 de marzo de 2010
La primera peregrinación a Javier
La primera peregrinación a la cuna de san Francisco Javier realizada ayer tuvo una afluencia de más o menos once mil personas. De las intenciones de las “javieradas” ya escribiremos en otro momento.
En la celebración eucarística, el Arzobispo de Pamplona animó a los católicos a decidirse más por el seguimiento estrecho con Jesucristo: "Habéis hecho kilómetros hasta aquí llenos de esfuerzo y trabajo para conseguir llegar a Javier, la meta; que a su vez es Jesucristo”. Rememoró el Arzobispo la famosa frase que San Ignacio de Loyola dirigió al san Francisco Javier en su juventud, cuando ambos estudiaban en París, abriéndole los ojos a la reflexión y, posteriormente, a la vocación. Dijo el Arzobispo: "como le dijeron a Javier, de qué nos sirve ganar el mundo si perdemos el alma. Del mismo modo os digo que no penséis en medrar en esta vida. En última instancia, la soberbia no lleva más allá de la tristeza".
Pero también aludió a la nueva ley del aborto recién aprobada en España. D. Francisco Pérez , en las últimas frases de su homilía, denunció las injusticias con los más débiles. Fue especialmente duro en el caso del abuso con los no nacidos: "Abandonemos ese camino de cerrazón y suficiencia y detengámonos a escuchar el grito de los que no tienen voz: los desdichados, los pobres, los forasteros, los que aún no han nacido". Sus palabras fueron muy explícitas al dirigirse a los responsables políticos que han abanderado la reforma legal del aborto. "La altanería y la prepotencia humanas no tienen límite. Son infinitas y se plasman en estas leyes de muerte que ahora pretenden imponernos, en una de las mayores injusticias nunca legisladas en este país. (...) Hay que defender la vida humana desde el mismo momento de la concepción".
A los jóvenes les dijo: "En este mismo castillo, Juan Pablo II os definió en 1982 como la esperanza de la Iglesia y de la sociedad. Enamoraos del Evangelio porque la felicidad que buscáis tiene un nombre propio: Jesucristo".
En este día en que se celebra el día internacional de la mujer, pedimos a Dios que se respete la dignidad de las mujeres, y que les premie cada esfuerzo en favor de los que tiene a cargo, especialmente a sus hijos.