¿Se puede decir que hay una música propiamente “litúrgica”, o vale cualquier cosa en las celebraciones?
El otro día, supliendo a un sacerdote, celebré la Santa Misa y “casé” –es la expresión que se suele usar– a un par de jovencitos en la Catedral de Sololá. El templo es enorme y muy dado, lastimosamente, al eco. Aún se vuelve menos piadoso el ambiente cuando los “ministerios” –grupos musicales que cantan– utilizan sus grandes bocinas con volumen desmedido.
De hecho, les preguntaba en un examen a unos alumnos míos: ¿se puede utilizar cualquier ritmo y cualquier instrumento en la liturgia? Se pueden dar algunas reglas. Creo que sí, pero en otro momento podríamos ponerlo.
Prefiero cuando la gente canta –incluso desafinadamente–, a viva voz, cuando son malos los instrumentos.
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