En el campo de la piedad, es conveniente planteárselo. En el trato con Dios, ¿cabe el sentimiento?, o ¿cabe la razón? A las claras, de primera, respondemos que ninguno de los dos extremos. Me encontré con un texto muy conveniente, a propósito:
“Al comentar el precepto de amar a Dios con todo el corazón, enseña santo Tomás (Comentarios sobre San Mateo) que el principio del amor es doble, pues se puede amar con el sentimiento y con lo que nos dice la razón. Con el sentimiento, cuando el hombre no sabe vivir sin aquello que ama; por el dictado de la razón, cuando ama lo que el entendimiento le propone. D ela misma manera, el guía espiritual debe enseñar a las almas que el Señor quiere que se le ame de ambos modos: con la razón, como seres inteligentes, y también con el corazón humano, con el afecto con que se quiere a las criaturas de la tierra, con el único corazón que se tiene” (Para llegar a puerto).
No sólo con el sentimiento porque, cuando falte –eso es lo normal–, nuestra piedad se vendrá abajo. Hay que aprender a amar a Dios también con “la cabeza”, para que guíe nuestra lucha cuando falte el sentimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario