A la frase le he sacado partido en una reflexión que tuvo como oyentes a los seminaristas y a los que tienen alguna inquietud vocacional y están de visita en el Seminario.
La frase está tomada del libro de Ezequiel (33,7), y nos la propone la liturgia de este Domingo. La frase aparece en la segunda lectura del Oficio de la memoria de San Gregorio Magno, en donde observa el santo que primero le interpela y le “ataca” a sí mismo, pues está constituido como centinela (o “atalaya”) para los demás y sus palabras y sus obras pueden desmentir tal autoridad.
“Si no amonestas al malvado, te pediré cuentas de su vida”, continúa el texto. Me sobrecoge la advertencia al profeta. Y yo, que soy sacerdote, no soy excusado de la misma advertencia. Le pido perdón a Dios por las veces que no he sido centinela de los demás, intentaré estar más atento y le pido a Dios que me ayuda a serlo de verdad.
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