Quizá esté ya muy acostumbrado al tema, que
ni me lo planteo o lo planteo a los demás. En efecto, la juventud es la etapa
de las decisiones más importantes de la vida.
Me imagino a los jóvenes (de edad entre
los 15 y 25 años) con la ilusión en los ojos, con hambre de aventuras y
expectativas de futuro, buscando lo que Dios tiene preparado para ellos y ellos
quieran tomar.
Regularmente, casi sin cuestionamiento, la
opción es el matrimonio ―unos pocos tienen la cosquilla en el corazón de la
vocación de ser exclusivos para el Señor―. Pero, ¿con quién va a ser?, ¿es con
esta o con aquella persona...?
Es claro que necesitan ayuda ―ojalá la
encontraran buena, especialmente en esa ocasión crucial―. Dios quiera que
encuentren en la Iglesia, en un cristiano o un hombre de bien por allí, que les
ayude a tomar decisiones. Pero, es claro que, estando cerca de Dios, es más
fácil darse cuenta de lo que deben hacer, Dios mismo les dirá qué hacer.
A mí me toca, hoy, ilusionar a los
muchachos que han venido a convivencia vocacional al Seminario Mayor en la
vocación sacerdotal. Con lo que tienen en el corazón, les toca decidirse. Ayúdennos
con la oración para que estos jóvenes den el paso que Dios quiere de ellos.