En ocasiones, lo más notorio son las faltas y pecados de los hijos de la Iglesia; pero la virtud no suele ser estridente ni llamativamente extraordinario. Hay muchos cristianos que luchan por vivir coherentemente su fe en Cristo.
El domingo pasado conversaba con un amigo de muchos años atrás. El motivo era que necesitaba una aclaración sobre la Comunión bajo las dos especies.
En la larga conversación me comentó una anécdota más o menos en estos términos: En la oficina, algunos compañeros se ponen a hablar de patojas y de aventuras y de muchas cosas que una persona recta no puede hablar. En esa ocasión me salió decirle que todo tenía un orden –pues lo que hacía era desordenado–, pues Dios todo lo había creado perfecto. Mirá al hombre. A Dios no se le ocurrió decir: “voy a crearlo así; y si necesita después alguna cosa se lo pondré”, por ejemplo el corazón o el hígado o las manos… Dios lo había hecho todo perfecto, dentro de un orden, y nosotros no podemos vivir desordenadamente.
Me consta que este amigo vive heroicamente algunas situaciones de la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario