El 25 de enero próximo celebraremos la Conversión del Apóstol San Pablo. Los ocho días anteriores tendrán como intención especial la Oración por la Unidad de los Cristianos, implorada y necesaria como testimonio de la fe en Cristo, ceñida por el amor.
Saulo de Tarso, un celoso y ferviente fariseo, persiguió a los cristianos de la primera etapa, hasta que se encontró con el mismo Cristo. La luz de Cristo le cegó, pero con su humildad empezó a gozar de su divina visión.
En el fondo, lo que condicionó a Pablo, por la cual persiguió a los cristianos, es la ignorancia: no conocía la Verdad. Así reza el prefacio propio de la Misa por la unidad de los cristianos: “Por él (Jesús) nos has conducido (Padre) al conocimiento de la verdad…”
Propósito claro: aprender bien la doctrina cristiana, porque “la ignorancia es la gran enemiga de la Iglesia”, para dar razón de nuestra esperanza. Gran instrumento tenemos en el Catecismo de la Iglesia, que ojalá estudiemos.
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