Ayer, último día del año, teníamos cierta nostalgia por el 2010 que se iba pero también vivíamos en expectación –en cristiano se llama “esperanza”– por el año 2011 que íbamos a inaugurar. Tuve tiempo para saludar a unos familiares y a unos “amigos de lejos”…
Mientras salíamos de un comercio, apenas alcancé a oir: “Padre: deme su bendición”. Me volví; era una muchacha que trabajaba allí; le di, con gusto, la bendición, pensando en dos cosas: en que era el último día del año y es casi “instintivo” pedir la bendición de Dios, pero también en que la muchacha me reconoció como sacerdote y tuvo fe y confianza en pedírmela.
Creo que comenzamos con buen pie el Año Nuevo 2011, celebrando a la Virgen María en la Solemnidad de su Maternidad Divina. Deseo a todos ustedes, y a sus familiares –¡encomendé a tantos en la Misa hoy!–, un santo y feliz año nuevo, les deseo todas las bendiciones de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario