El viernes pasado empezamos con los preparativos inmediatos para la fiesta de la Ordenación de los ahora sacerdotes: P. Pedro, P. Carlos y P. Juan Carlos. Además de los arreglos florales para Catedral y para nuestra Capilla, también se limpió mejor la casa y se adornó; el rezo de Vísperas nos ayudó a prepararnos mejor para el día siguiente.
El ahora P. Pedro pernoctó en nuestro Seminario, por lo que un grupo de cantores le cantó “Las Mañanitas” y otras canciones alusivas al día de su ordenación. Después de un desayuno “campestre”, nos dirigimos a la Catedral –el Seminario se sitúa a unos pasos de ella– para participar de la Santa Misa. Para ayudar a la gente a prepararse a esta Celebración, se ha rezado el Santo Rosario.
Además de con piedad y sobriedad, la Santa Misa se celebró con solemnidad. La iglesia catedral estaba a rebosar. Esta vez se contó con la ayuda del coro parroquial tan competente de Patzún. Una homilía preciosa fue pronunciada por Mons. Gonzalo de Villa, Obispo de la Diócesis, haciendo alusión a la vocación sacerdotal y su conveniencia determinante en la salvación de los hombres querida por Dios.
Después de la Santa Misa, los invitados de dos nuevos sacerdotes almorzaron (comieron) en las instalaciones del Seminario; los invitados del tercero fueron recibidos en el Seminario Menor. Volvimos a recordar, después de unos años, las fiestas que solíamos preparar para estos grandes acontecimientos.
Hoy he participado en la Primera Misa del P. Juan Carlos Vásquez, en su aldea de Novillero, Santa Lucía Utatlán; otros sacerdotes y seminaristas acudieron a la Primera Misa de los otros dos neopresbíteros. Me he enterado que en las tres “Primeras Misas” hemos estado concelebrando 24 sacerdotes, ocho en cada una.
Después de esto, seguiremos con la labor ordinaria, pero contando ya con la ayuda sacerdotal de tres nuevos amigos. ¡Felicidades a Pedro, a Juan Carlos y a Carlos y a sus familias!
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