Tras unos días de trabajo algo ligero, viajé ayer a mi pueblo a celebrar la Santa Misa en la que se casaría una prima mía, "Bety", que me dio el gran gusto de invitarme a celebrarla. Hacía rato que no presenciaba una Boda así, debido al tipo de trabajo que tengo.
Al final de la Misa los felicité, porque fue una "fiesta bien concertada", quiero decir que Juan Luis y Aurelia Elizabeth se prepararon debidamente, con mucho tiempo de antelación, para este momento tan importante en su vida. No hubo prisas, no hubo atolondramiento, ya tienen pensado qué hacer hacia delante. Ahora, lamentablemente, se ha hecho común que los jóvenes tengan prisa por tener "mujer/marido", sin pensar las cosas, sin preocuparse por hacerlo con los sacramentos. Estaba de acuerdo el P. Edgar S., amigo mío a quien encontré antes de la celebración de la Santa Misa, que se ha hecho común.
La homilía fue corta, pues los "novios" se habían preparado bien y saben a qué se meten... -eso espero- y no hizo falta advertirles muchas cosas. Una recomendación les di: "platicar" (CONVERSAR), primero con Dios (Dios en la familia) y, luego, entre ellos. Me pongo a pensar en los que están separados por estar trabajando lejos o en el extranjero... ¿Qué garantía tienen de que el amor en su matrimonio esté intacto o, mejor, haya crecido? Al contrario, esa relación está en peligro de enfriarse.
Después, la fiesta en la casa de Bety. Fue todo muy familiar, de amigos muy cercanos. A los nuevos esposos los veía pletóricos, llenos de contento. Les he dado la bendición implorando que la bendición que recibieron, perdure toda la vida.
Gracias, Luis y Bety, por el privilegio de asistir a su matrimonio. Dios los bendiga.
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