El domingo pasado celebramos a Cristo, Rey del Universo. Jesús es buen modelo de gobernante... Ojalá, quienes ostenten poder, piensen en los demás...
Aunque por debajo deslicé este pensamiento en la predicación, hablé más de la necesidad de que Cristo reine en nuestro corazón. De ahí que todo lo que no agrada a Dios, hemos de colaborar con Él para desterrarlo: odios, rencores, resentimientos, malos pensamientos, malos propósitos, perezas, envidias...
¡Cuánto trabajo tenemos en esto! Aunque, no estamos solos, porque a Él también le interesa nuestra lucha.
Pero quiere reinar en nuestro corazón si nosotros le dejamos, nunca quiere obligar.
Aunque la figura del rey ahora está muy ofuscada -no hay modelo de rey como para compararlo con Cristo-, nos sirve para formular el propósito de no servir sino a sus propósitos.
«Despacito y buena letra: / hacer las cosas bien / importa más que el hacerlas» (A. Machado)
martes, 25 de noviembre de 2014
lunes, 24 de noviembre de 2014
Tú estás llamado a la santidad. La Audiencia del Papa
El miércoles pasado, el Santo Padre habló sobre la llamada universal a la santidad. Como suele, hizo gala de su capacidad de concretar ejemplos para entenderlo mejor. Les dejo con "unas" frases suyas, que nos dan buena idea para buscar la santidad en nuestra vida.
Todos los cristianos como bautizados, tienen igual dignidad ante el Señor y están unidos por la misma vocación, que es aquella a la santidad. (cfr Cost. Lumen Gentium, 39-42). Ahora nos preguntamos: ¿en qué consiste esta vocación universal a ser santos? ¿Y cómo podemos realizarla?
Ante todo debemos tener bien presente que la santidad no es algo que nos procuramos nosotros, que obtenemos nosotros con nuestras cualidades y nuestras capacidades. La santidad es un don.
La santidad no es una prerrogativa solamente de algunos: la santidad es un don que es ofrecido a todos, nadie está excluido, por lo cual, constituye el carácter distintivo de todo cristiano. Todo esto nos hace comprender que para ser santos, no es necesario por fuerza ser obispos, sacerdotes o religiosos, no. ¡Todos estamos llamados a volvernos santos! Tantas veces estamos tentados en pensar que la santidad esté reservada solamente a aquellos que tienen la posibilidad de separarse de los quehaceres ordinarios, para dedicarse exclusivamente a la oración. ¡Pero no es así! Alguno piensa que la santidad es cerrar los ojos y hacer cara de estampita. ¡No, no es aquella la santidad!
Es precisamente viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio cristiano en las ocupaciones de cada día que estamos llamados a volvernos santos. Y cada uno en las condiciones y en el estado de vida en el cual se encuentra. ¿Pero tú eres consagrado, consagrada? Sé santo viviendo con alegría tu donación y tu ministerio. ¿Eres casado? Sé santo amando y cuidando de tu marido o de tu esposa, como ha hecho Cristo con la Iglesia. ¿Eres un bautizado no casado? Sé santo cumpliendo con honestidad y competencia tu trabajo y ofreciendo tiempo al servicio de los hermanos. "Pero, padre, yo trabajo en una fábrica, yo trabajo como contador, siempre con los números...ahí no se puede ser santo". "¡Sí, se puede! Allí, donde tú trabajas, tú puedes convertirte en santo. Dios te da la gracia de convertirte en santo, Dios se comunica contigo".
¿Eres padre o abuelo? Sé santo enseñando con pasión a los hijos o nietos a conocer y seguir a Jesús. ¿Eres catequista, educador o voluntario? Sé santo convirtiéndote en signo visible del amor de Dios y de su presencia junto a nosotros.
Un ejemplo: una señora va al mercado a hacer las compras, encuentra una vecina, comienzan a hablar y luego… llegan las habladurías. Y esta señora dice: "no, yo no hablaré mal de nadie". ¡Éste es un paso hacia la santidad! ¡Esto te ayuda a ser más santo! Luego, en tu casa, tu hijo te pide hablar contigo de sus cosas fantasiosas: "Oh, estoy tan cansado hoy, he trabajado mucho". Pero tú: ¡acomódate y escucha a tu hijo, que tiene necesidad! Te acomodas, lo escuchas con paciencia y… ¡éste es un paso hacia la santidad! Luego, termina el día, estamos todos cansados, pero ¿y la oración? ¡Hagamos la oración! ¡ése es un paso hacia la santidad! Llega el domingo, vamos a misa a tomar la comunión, a veces también una buena confesión que nos limpie un poco… ¡Ése es un paso hacia la santidad! Después…la Virgen, tan buena y tan bella…tomo el rosario y le rezo…¡éste es un paso hacia la santidad! Tantos pasos hacia la santidad, pequeñitos. Voy por la calle, veo un pobre, un necesitado, me detengo, le pregunto, le doy algo… Es un paso hacia la santidad. ¡Pequeñas cosas! Son pequeños pasos hacia la santidad. Cada paso hacia la santidad nos hará mejores personas, libres del egoísmo y de la cerrazón en sí mismas, y abiertos a los hermanos y sus necesidades.
Todos los cristianos como bautizados, tienen igual dignidad ante el Señor y están unidos por la misma vocación, que es aquella a la santidad. (cfr Cost. Lumen Gentium, 39-42). Ahora nos preguntamos: ¿en qué consiste esta vocación universal a ser santos? ¿Y cómo podemos realizarla?
Ante todo debemos tener bien presente que la santidad no es algo que nos procuramos nosotros, que obtenemos nosotros con nuestras cualidades y nuestras capacidades. La santidad es un don.
La santidad no es una prerrogativa solamente de algunos: la santidad es un don que es ofrecido a todos, nadie está excluido, por lo cual, constituye el carácter distintivo de todo cristiano. Todo esto nos hace comprender que para ser santos, no es necesario por fuerza ser obispos, sacerdotes o religiosos, no. ¡Todos estamos llamados a volvernos santos! Tantas veces estamos tentados en pensar que la santidad esté reservada solamente a aquellos que tienen la posibilidad de separarse de los quehaceres ordinarios, para dedicarse exclusivamente a la oración. ¡Pero no es así! Alguno piensa que la santidad es cerrar los ojos y hacer cara de estampita. ¡No, no es aquella la santidad!
Es precisamente viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio cristiano en las ocupaciones de cada día que estamos llamados a volvernos santos. Y cada uno en las condiciones y en el estado de vida en el cual se encuentra. ¿Pero tú eres consagrado, consagrada? Sé santo viviendo con alegría tu donación y tu ministerio. ¿Eres casado? Sé santo amando y cuidando de tu marido o de tu esposa, como ha hecho Cristo con la Iglesia. ¿Eres un bautizado no casado? Sé santo cumpliendo con honestidad y competencia tu trabajo y ofreciendo tiempo al servicio de los hermanos. "Pero, padre, yo trabajo en una fábrica, yo trabajo como contador, siempre con los números...ahí no se puede ser santo". "¡Sí, se puede! Allí, donde tú trabajas, tú puedes convertirte en santo. Dios te da la gracia de convertirte en santo, Dios se comunica contigo".
¿Eres padre o abuelo? Sé santo enseñando con pasión a los hijos o nietos a conocer y seguir a Jesús. ¿Eres catequista, educador o voluntario? Sé santo convirtiéndote en signo visible del amor de Dios y de su presencia junto a nosotros.
Un ejemplo: una señora va al mercado a hacer las compras, encuentra una vecina, comienzan a hablar y luego… llegan las habladurías. Y esta señora dice: "no, yo no hablaré mal de nadie". ¡Éste es un paso hacia la santidad! ¡Esto te ayuda a ser más santo! Luego, en tu casa, tu hijo te pide hablar contigo de sus cosas fantasiosas: "Oh, estoy tan cansado hoy, he trabajado mucho". Pero tú: ¡acomódate y escucha a tu hijo, que tiene necesidad! Te acomodas, lo escuchas con paciencia y… ¡éste es un paso hacia la santidad! Luego, termina el día, estamos todos cansados, pero ¿y la oración? ¡Hagamos la oración! ¡ése es un paso hacia la santidad! Llega el domingo, vamos a misa a tomar la comunión, a veces también una buena confesión que nos limpie un poco… ¡Ése es un paso hacia la santidad! Después…la Virgen, tan buena y tan bella…tomo el rosario y le rezo…¡éste es un paso hacia la santidad! Tantos pasos hacia la santidad, pequeñitos. Voy por la calle, veo un pobre, un necesitado, me detengo, le pregunto, le doy algo… Es un paso hacia la santidad. ¡Pequeñas cosas! Son pequeños pasos hacia la santidad. Cada paso hacia la santidad nos hará mejores personas, libres del egoísmo y de la cerrazón en sí mismas, y abiertos a los hermanos y sus necesidades.
domingo, 23 de noviembre de 2014
Un domingo de "buen pastor"
Si cada día ha sido extraordinario -literalmente, pues he tenido una semana con muchas actividades muy bonitas-, el día de ayer y hoy (domingo de Cristo, Rey del Universo) lo han sido especialmente.
Ayer participé, al menos en parte, de la fiesta que hubo en Patzicía con motivo del quinto aniversario de la Capilla de Adoración Perpetua. Además de la novena que hubo, preparando la fiesta, también en la Víspera se celebró la Santa Misa, hubo una conferencia de una eminencia médica mexicana que ha estudiado los milagros eucarísticos y, luego, la procesión con solemnidad y algarabía por todo lo alto.
El recorrido, de alrededor de un kilómetro, estuvo todo lleno de alfombras bien bonitas: hubo cohetes y cohetillos, luces de colores y bombas -algo tan característico de nuestras fiestas en el país-, y mucha gente participando de la fiesta.
Aunque la noche haya estado un poco oscura por la neblina, le dio cierto encanto a la manifestación de fe. La gente iba bien abrigada y dispuesta a lo que haga falta.
El párroco, el P. Celvin, exhortó a la piedad eucarística, a no dejar a Jesús solo, que vayamos a verle, pues no es Él el necesitado, sino nosotros necesitamos de Él. Cuánto bien hemos encontrado en Jesús, que siempre nos ha esperado en esta su Capilla, ininterrumpidamente, durante estos cinco años.
Hoy he celebrado dos Misas, confesado unas pocas horas, rezado lo que suelo cada día, saludado a unos sacerdotes amigos y me dio tiempo para bendecir la familia y las pertenencias de unos primos. Además, hablé con un muchacho que tiene inquietudes vocacionales; y le pegué el ojo a otro, cuyo nombre es José, y que podría ser buen candidato al sacerdocio. Ya le he empezado a encomendar, aunque él no lo sepa...
Un domingo, pues, de "buen pastor" -al menos una tenue sombra del verdadero Buen Pastor-.
Ayer participé, al menos en parte, de la fiesta que hubo en Patzicía con motivo del quinto aniversario de la Capilla de Adoración Perpetua. Además de la novena que hubo, preparando la fiesta, también en la Víspera se celebró la Santa Misa, hubo una conferencia de una eminencia médica mexicana que ha estudiado los milagros eucarísticos y, luego, la procesión con solemnidad y algarabía por todo lo alto.
El recorrido, de alrededor de un kilómetro, estuvo todo lleno de alfombras bien bonitas: hubo cohetes y cohetillos, luces de colores y bombas -algo tan característico de nuestras fiestas en el país-, y mucha gente participando de la fiesta.
Aunque la noche haya estado un poco oscura por la neblina, le dio cierto encanto a la manifestación de fe. La gente iba bien abrigada y dispuesta a lo que haga falta.
El párroco, el P. Celvin, exhortó a la piedad eucarística, a no dejar a Jesús solo, que vayamos a verle, pues no es Él el necesitado, sino nosotros necesitamos de Él. Cuánto bien hemos encontrado en Jesús, que siempre nos ha esperado en esta su Capilla, ininterrumpidamente, durante estos cinco años.
Hoy he celebrado dos Misas, confesado unas pocas horas, rezado lo que suelo cada día, saludado a unos sacerdotes amigos y me dio tiempo para bendecir la familia y las pertenencias de unos primos. Además, hablé con un muchacho que tiene inquietudes vocacionales; y le pegué el ojo a otro, cuyo nombre es José, y que podría ser buen candidato al sacerdocio. Ya le he empezado a encomendar, aunque él no lo sepa...
Un domingo, pues, de "buen pastor" -al menos una tenue sombra del verdadero Buen Pastor-.
Éste fue el afiche promocional de la actividad. Tengo uno que me servirá de recuerdo. |
Así quedó la capilla de Adoración Perpetua con motivo de la celebración del Aniversario, después de la procesión de anoche. |
lunes, 17 de noviembre de 2014
Retomando el ritmo...
Los alumnos del primer año 2014. Ellos también están de pastoral. |
Así mismo, esta semana está llena de actividades. Mañana, Dios mediante, tendremos retiro con un grupo de 14 seminaristas que están de pastoral en la Zona 7 de Guatemala, ayudando en la parroquia en que labora el P. Rigoberto Martín, un amigo sacerdote que presta ayuda en la Arquidiócesis. Retiro y saludos abundantes tendremos, con la gran alegría del encuentro en un sitio distinto al usual nuestro.
Ahora intento ponerme al día de muchas cosas -también de escribir-, y adelantar trabajo del otro año todo lo que se pueda.
No me olvido -y lo hago público ahora- de encomendar al P. Lee, por quien estamos rezando bastante, apoyando desde la distancia, para que mejore su salud tan precaria. Él mismo nos ha mandado mensajes de ánimo... Encomendémosle, por favor.
Saludos, amigos. Les dejo con un video emotivo.
miércoles, 5 de noviembre de 2014
Hoy, mucho diálogo...
Hoy he platicado mucho, mucho. Todos los diálogos, me parece, han sido importantes para el discernimiento de cada interlocutor, también me ha aprovechado a mí.
Por ejemplo, he platicado con dos mujeres con experiencia de la vida, pero que atravesaban por cierta dificultad. Continuamente salía en que los problemas personales son los más grandes del mundo, pues son los que me afectan a mí... Pero, procuramos, con ayuda sobrenatural, tratar de quitarle algo de importancia, mirarlos con optimismo, y ver que hay muchas ventajas hasta entonces opacadas. Dios hará el resto en esas almas.
También dialogué a saciedad con los candidatos en la convivencia vocacional, lo suficiente para conocerlos en lo posible y juzgar sobre su intención -al menos en lo que dejan traslucir-. Me alegra mucho que haya muchachos que se animen a asomarse a esta aventura, muchos ya vienen trabajando el tema vocacional desde hace años.
Como había comentado, son alrededor de 50 los candidatos, de todas partes de la Diócesis.
Mientras hablaba con el último candidato, de Santiago Atitlán, mis ojos luchaban por mantenerse abiertos, vigilantes. Eso sí, todavía les queda un pequeño ánimo para dirigirse a la imagen de la Virgen que tengo delante de mi lugar de trabajo, la imagen de la Virgen de la Buena Leche (un extracto de la pintura de El Greco).
Desde luego, encomiendo estas intenciones. Sigan encomendándonos, por favor.
Por ejemplo, he platicado con dos mujeres con experiencia de la vida, pero que atravesaban por cierta dificultad. Continuamente salía en que los problemas personales son los más grandes del mundo, pues son los que me afectan a mí... Pero, procuramos, con ayuda sobrenatural, tratar de quitarle algo de importancia, mirarlos con optimismo, y ver que hay muchas ventajas hasta entonces opacadas. Dios hará el resto en esas almas.
También dialogué a saciedad con los candidatos en la convivencia vocacional, lo suficiente para conocerlos en lo posible y juzgar sobre su intención -al menos en lo que dejan traslucir-. Me alegra mucho que haya muchachos que se animen a asomarse a esta aventura, muchos ya vienen trabajando el tema vocacional desde hace años.
Como había comentado, son alrededor de 50 los candidatos, de todas partes de la Diócesis.
Mientras hablaba con el último candidato, de Santiago Atitlán, mis ojos luchaban por mantenerse abiertos, vigilantes. Eso sí, todavía les queda un pequeño ánimo para dirigirse a la imagen de la Virgen que tengo delante de mi lugar de trabajo, la imagen de la Virgen de la Buena Leche (un extracto de la pintura de El Greco).
Desde luego, encomiendo estas intenciones. Sigan encomendándonos, por favor.
lunes, 3 de noviembre de 2014
De convivencia vocacional y otros temas...
Una foto de archivo de unas personas muy queridas, en convivencia en el patrio del Seminario Mayor. |
Al ver todas esas fotos me he planteado si el corazón no se me está ablandando, pues me ha hecho pensar con emoción parte de la historia de nuestro Seminario y de la mía propia, que ya va estando ligada al Seminario. Hay tanto de qué dar gracias a Dios.
Ahora tenemos ante las narices la convivencia vocacional, la última para seleccionar a los que ingresarán al Introductorio del próximo año. Tenemos más o menos unos 50, cada uno con su historia, tan sorprendente como viva, es decir, que está en continuo cambio.
Pero entre mis intenciones también está encomendar a mis amigos los padres Juan Pablo y Pedro Poz que han perdido a su papá el día de ayer, después de una larga y penosa enfermedad. Dios conceda el descanso eterno a don Vicente Poz, a quien tuve el honor de conocer algo y cuya preparación suya para ese encuentro definitivo con Dios me sorprende hondamente.
Encomiéndennos, por favor.
domingo, 2 de noviembre de 2014
Alegre y piadoso marketing
Alegremente “me he rifado el pellejo”
celebrando Misas y confesando en estos días de inicio del mes de Noviembre. Lo he
hecho en mi pueblo. Mucho hay que ayudar a nuestra gente para que se forme,
para mantenerse en pie, así como muchos nos ayudan a nosotros también.
Me he enterado, de primera mano, de la
iniciativa de los amigos de la Librería Mater et Magistra, en la Capital, que
para contrarrestar la demasiado importancia que se le está dando a la costumbre
yanqui de Halloween han hecho más cercano el mundo de los santos.
Con motivo de la solemnidad de todos los
Santos, se vistieron como se vestían los santos. Escogieron un santo, se
vistieron como ellos y así atendieron en las tiendas de la Librería, hablando a
los clientes del santo al que representaban.
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