¿Será inmortal el hombre? |
Las criaturas no habrían nacido con deseos, a menos que la satisfacción para estos deseos existiese. Un bebé tiene hambre es porque existe la comida. Un patito quiere nadar; pues bien, existe una cosa que es el agua. De la misma manera los hombres sienten deseo sexual porque existe el sexo.
Si yo descubro en mí un deseo que ninguna experiencia de este mundo puede satisfacer, la explicación más probable es que yo no pertenezca a este mundo. Si ninguno de mis placeres terrenales lo satisface, no significa que el universo sea un fraude. Probablemente los placeres terrenales no hayan tenido nunca la función de satisfacerlo, sino sólo de despertarlo, de sugerir su verdadero fin.
Si esto es así, debo cuidar, por una parte, de no ser ingrato ni despreciar nunca estas bendiciones terrenales, y, por la otra, de no confundirlas jamás con aquella otra cosa de la cual éstas son sólo una copia, un eco o un espejismo.
Debo mantener vivo en mí mismo el deseo por mi verdadero país, ese que no encontraré hasta después de mi muerte; nunca debo permitir que quede sepultado o desplazado; debo hacer que el principal objetivo de la vida se convierta en hacer presente ese otro destino y en ayudar a los otros a que hagan lo mismo.