Hoy, en la Ordenación de "Poli" y Juan, en San Martín Jilotepeque. |
Llevo unos días descansando en casa, y he descansado un poco de estos medios también. Me han servido estos días para pensar un poco, para descansar un poco, para rezar algo más, para disfrutarlo en familia, este tiempo que media entre el trabajo realizado en Sololá y el trabajo por venir en Guatemala.
Me han ayudado a encontrarme un poco más con mis familia y mis paisanos, a quienes he atendido sacerdotalmente un poco más que lo acostumbrado, pues he llegado a la parroquia a celebrar la Santa Misa, a confesar unos ratos, especialmente en Domingo. Creo que también mi párroco estará algo contento por ello...
El miércoles pasado tuve la oportunidad de subir el Volcán de Agua con unos familiares y amigos. Fue toda una aventura quedarse a dormir en la cima, lo que pudimos dormir, pero disfrutar de lo que ofrece una oportunidad así, vivido entre gente muy querida.
Hoy hemos tenido la alegría de participar de las Ordenaciones sacerdotales en San Martín Jilotepeque: dos amigos, "Poli" y Juan fueron ordenados presbíteros. Con ellos son cuatro sacerdotes más para esta diócesis en este año; nos queda uno más para el próximo viernes, Dios mediante. Desde luego que la alegría ha sido inmensa, pues han sido tan cercanos, y es para la Iglesia y para gloria de Dios y bien de las almas...
A la par, hemos tenido la dolorosa noticia del fallecimiento de dos antiguos alumnos del Seminario de Sololá, dos sacerdotes jóvenes que fallecieron en esta semana: el P. Israel, sacerdote del Vicariato de Izabal, que tenía un cáncer terminal, y el P. Francisco Abilio (salvadoreño) que trabajaba en Honduras y que falleció en accidente de tránsito. Dios premie su trabajo sacerdotal y su entrega hasta el último momento.
Como les decía, cosas varias que Dios nos ha permitido vivir. Es la vida tan variada de cualquier persona, de cualquier sacerdote. Dios reciba todos estos afanes.
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