En la oscura noche, mientras estaba sentado en el puesto del piloto y la luz interior de la cabina encendida, mientras tenía encendido el motor y preparaba todo para emprender el viaje, tocaron a la ventanilla. No podía ver hacia afuera, pues estaba de noche. Desde luego, puesto que estaba cerca de casa, me aventuré a bajar el vidrio.
Era una prima mía que, además de saludarme, quería consultarme algo, en similares términos: "Una amiga mía me preguntó sobre un caso concreto: un muchacho unió su vida a su 'amor' muy atrás. No se casaron ni por lo religioso ni por lo civil. Tras seis meses de unión se separaron. Ahora bien, ¿pueden casarse por la Iglesia en una segunda unión?"
Y le expliqué que, como no había habido más que unión de hecho, sin compromiso ni civil ni religioso, podría hacerlo. Pero, le continué explicando, la Iglesia no "amarra" a nadie sin tomar en cuenta las posibles responsabilidades que haya adquirido anteriormente. De hecho, me comentó, este muchacho había estado "unido" sólo seis meses, cuando había tenido él apenas 16 años de edad, y que habían tenido un hijo... En fin...
Ésta es una de entre varias conversaciones que sostuve hoy. Sin pretender dar lecciones canónicas sobre el tema -no es el cometido de este blog- u observaciones para resolver determinados asuntos, he querido reseñar esta ANÉCDOTA.
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