Hoy hemos leído en el evangelio el maravilloso pasaje en que Jesús defiende el proyecto de Dios sobre el matrimonio (Mc 10,2-16). Para ello acude a la Sagrada Escritura (Génesis). Varias lecciones podríamos sacar de su lectura atenta. Lo que escribo a continuación son sugerencias para pensar:
- "No está bien que el hombre esté solo": todos necesitamos de los demás.
- "Voy a hacerle alguien como él que le ayude": el hombre "necesita" de la mujer, aunque a veces no lo reconozca. Con ella, el hombre está "entero".
- "¡Ésta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne!": ¡Cómo habrá abierto los ojos Adán cuando vio a Eva! La expresión sugiere la igual esencia e igual dignidad del hombre y de la mujer.
- "Por su dureza de corazón (sklerokardía) dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la creación...": El divorcio no es voluntad de Dios. Como recordó recientemente el Papa Francisco, en la Iglesia no hay divorcio.
- "¿Qué es lo que hace indisoluble el matrimonio?": Cuando planteé la pregunta a mis oyentes en la homilía, nadie supo responderme correctamente. Los más arguyeron que es "el amor". Y les pregunté: "y si el amor se acaba, ¿termina el matrimonio, se disuelve?" Desde luego que NO. ¿Entonces? El vínculo que hace indisoluble el matrimonio es el consentimiento que se manifestaron los contrayentes en el rito sacramental.
Algo les puede ayudar a formarse y a pensar. Vamos a encomendar el Sínodo de las Familias, cuyo tema sugerido en las lecturas de la Misa vinieron como anillo al dedo.
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