La Transfiguración del Señor nos recuerda que lo que buscamos en esta tierra es ser felices, y la felicidad sólo se encuentra estando junto a Dios, gozar de su vida; aquí en la tierra y después en la tierra.
A veces se torna difícil contemplar a Dios en el trasiego diario. Hay muchas cosas que nos distraen. ¿Te has dado cuenta que si algún día has cedido a ver la TV por mucho tiempo, más de la justa medida, te sientes vacío? ¿Nos da miedo el silencio? ¿Ponemos la radio o un ruido continuamente que nos distraen? Un tanto igual sucede cuando hablamos mucho y no callamos para rezar un poco.
“Procura lograr diariamente unos minutos de esa bendita soledad que tanta falta hace para tener en marcha la vida interior” (san Josemaría).
Aunque a veces nos durmamos en la oración (mucha soledad y silencio fue ambiente propicio para que se durmieran), hay que hacerla. Los frutos en la vida interior no tardan en salir.
¡Buscamos la Gloria, lo que colmará nuestra felicidad! Ser dichosos, de manera más perfecta, como los apóstoles al contemplar a Jesús transfigurado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario