Estamos en los días centrales del Año Litúrgico, los del Triduo Sacro de la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Nuevas experiencias pastorales me han tocado, que intento me sirvan para una mayor entrega sacerdotal.
Dos preguntas cruciales que quizá nos hemos hecho, respecto a la Pasión de Jesucristo son: ¿qué movió al Señor a entregarse en Sacrificio? y ¿cuál fue el valor de este Sacrificio?
La respuesta a la primera pregunta es sencilla a la vez que misteriosa y consoladora: el motivo fue el amor “desmedido” que tiene Dios por el hombre, por cada hombre. Y la respuesta a la segunda es: el valor infinito, que trasciende espacio y tiempo, para liberar del pecado al hombre y a toda la creación.
“Pensar que me quieres tanto, Señor, ¿y no me he vuelto loco?” (San Josemaría).
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