Recojo aquí un artículo que apareció en
Libertad Digital el 5 de febrero pasado en su página de internet. Pueden leer
el resto del artículo pinchando aquí. ¡Y pensar en el gran paraíso de Diócesis
en la que nos encontramos!
- ¿Cuántas personas?... ¡Ya quisiera yo! Tú sabes que llevo tres años y pico diciendo misa para mí solo. Nadie viene a la capilla. Cuando doy la paz, miro por la ventana, porque dentro no hay nadie. Miro por la ventana y le doy la paz a Somalia entera. Somalia, la paz sea contigo, digo yo. Es mi vocación.
- ¿Qué es la vocación?
- ¿Que qué es la vocación? Es a quien pertenece tu corazón.
- ¿Acaso no es ese el enamoramiento?
- Mi vocación, mi enamoramiento, no es individual, es con toda este gente abandonada, con una pobre madre que intenta que su hijo no muera de hambre mañana mismo. Cuando veo sus caras, veo la cara de sufrimiento de Viernes Santo.
El de arriba es parte del diálogo sostenido entre un periodista y un sacerdote misionero, el padre Christopher Hartley Sartorius, nacido en el seno de una familia acomodada hace 50 años, hijo de padre inglés y madre española, alumno avanzado de la Madre Teresa (trabajó en Calcuta con ella), que dejó a un lado una prometedora carrera eclesiástica después de sus estudios en Roma por irse a predicar el Evangelio.
¡Viva el P. Christopher!
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