Se acercan las fiestas navideñas: estamos
a sólo dos semanas, que se pasarán sin sentir. Son días de reunión familiar, de
celebración sosegada y cariñosa, repleta de oportunidad para mostrar amor y
fraternidad a cuantos se conoce.
Pero no hemos de perder de vista el primario
y auténtico significado de estas fechas: la Encarnación del Hijo de Dios y la
salvación de la humanidad. Me resisto a vivir una Navidad sin Jesús, que sería
vaciarla de contenido.
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