En Madrid querían poner esta publicidad. |
Todos deberíamos ser como el taxista: no
de que estemos todo el día en la calle, sino que en nuestro trabajo, en las
personas con que nos encontramos, debemos meter la “espina” de Dios.
Dios está en todas partes, también en la
calle. Allí podemos encontrarle y conversar con él. Nos comportaremos como
mejores hijos suyos, trataremos más fraternalmente al prójimo, viviríamos más
alegres y optimistas.
Que estos cristianos “de la calle” nos enseñen
—también a los sacerdotes, por supuesto— a encontrar a Dios en todas partes.
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