Ayer participé, al menos en parte, de la fiesta que hubo en Patzicía con motivo del quinto aniversario de la Capilla de Adoración Perpetua. Además de la novena que hubo, preparando la fiesta, también en la Víspera se celebró la Santa Misa, hubo una conferencia de una eminencia médica mexicana que ha estudiado los milagros eucarísticos y, luego, la procesión con solemnidad y algarabía por todo lo alto.
El recorrido, de alrededor de un kilómetro, estuvo todo lleno de alfombras bien bonitas: hubo cohetes y cohetillos, luces de colores y bombas -algo tan característico de nuestras fiestas en el país-, y mucha gente participando de la fiesta.
Aunque la noche haya estado un poco oscura por la neblina, le dio cierto encanto a la manifestación de fe. La gente iba bien abrigada y dispuesta a lo que haga falta.
El párroco, el P. Celvin, exhortó a la piedad eucarística, a no dejar a Jesús solo, que vayamos a verle, pues no es Él el necesitado, sino nosotros necesitamos de Él. Cuánto bien hemos encontrado en Jesús, que siempre nos ha esperado en esta su Capilla, ininterrumpidamente, durante estos cinco años.
Hoy he celebrado dos Misas, confesado unas pocas horas, rezado lo que suelo cada día, saludado a unos sacerdotes amigos y me dio tiempo para bendecir la familia y las pertenencias de unos primos. Además, hablé con un muchacho que tiene inquietudes vocacionales; y le pegué el ojo a otro, cuyo nombre es José, y que podría ser buen candidato al sacerdocio. Ya le he empezado a encomendar, aunque él no lo sepa...
Un domingo, pues, de "buen pastor" -al menos una tenue sombra del verdadero Buen Pastor-.
Éste fue el afiche promocional de la actividad. Tengo uno que me servirá de recuerdo. |
Así quedó la capilla de Adoración Perpetua con motivo de la celebración del Aniversario, después de la procesión de anoche. |
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