El señor párroco de Santa Apolonia, los cercanos conocen quién es, me pidió una ayuda sacerdotal, pues tenía otros menesteres en qué ocuparse. Puesto que tenía algo de tiempo, le eché la mano.
Qué nerviosos estaban los novios en la primera Misa que celebré. Eran dos parejas. Después de exhortarles vivamente a dar testimonio de la fe en el Resucitado, según esa nueva condición que adquirían de casados, también les inculqué cuidar las virtudes familiares, tan necesarias en la actualidad.
Como estaban muy nerviosos, los pobres jovencitos, y para quitarle importancia a sus "metidas de pata" a la hora de decir lo que les correspondía en el rito, les conté lo que otro sacerdote nos contó que le ocurrió: eran varias parejas de "repesca", es decir, los que ya llevaban tiempo unidos y que, al final, deciden casarse. Una de las parejas era de personas ya "maduras", de una cierta edad. El pobre señor, queriendo justificar y disculparse por equivocarse un poco en las fórmulas, le comentó al sacerdote: "Perdone, Padre. Es que es la primera vez..."
Los novios se rieron cuando se los conté, por lo que, espero, haya logrado mi objetivo.
En la Misa de acción de gracias por los quince años de una jovencita -una "pastoral" frecuente por aquí- aproveché, también, hablar sobre el sentido del tiempo y la eternidad, el valor de la familia y de la acción de gracias.
Mañana, hay previstos otros menesteres: Misa en acción de gracias por una gestión importante en Concepción, otra Misa, un retiro para muchachas..., y la vuelta de vacaciones de los seminaristas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario