De la Misa de hoy, rezando un responso. He tomado la foto de "Radio Activa". |
Ahora, al regresar de Chimaltenango, al padre que me estaba acompañando, le mostré "Pollo Campero" y le dije: "Allí me invitaron, doña Minguita y don Roberto, a un café, y platicamos augustamente". Sí, me recuerdo que, al ir a ayudar un tanto en la parroquia, me invitaron a desayunar.
Además de un buen padre de familia y esposo, y un cristiano ejemplar, también tenía un gran sentido del humor. Incluso en su dolor no dejaba de contar chistes. Recibió la muerte con entereza y esperanza cristiana. Contaban de él que bromeaba con su muerte. En una ocasión reciente, ya sabido de su mal, decía que cuando muera y lo lleven en procesión, un camión de Coca Cola iría tras la comitiva. Y cuando preguntaran si trabajaba y era algún directivo de Coca Cola, le responderían a la gente que era el mayor consumidor de Coca Cola en Chimaltenango...
En verdad, es una muerte envidiable la suya: rodeado de su familia y del cariño de tanta gente, sin temor a ese desenlace de la vida -aunque en medio del dolor, llevado con profundo sentido cristiano-, habiendo dejado un gran ejemplo, haciendo reír a medio mundo.
¡Qué envidia morir de esta manera, y en tiempo de Pascua! Descanse en alegría y paz, don Roberto.
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