Estoy a punto de caer rendido "en los brazos de Morfeo", como decía nuestro querido P. Patricio. Sí, hoy ha sido un día agotador. Lo había previsto: comenzaría la jornada muy temprano, con un viaje a Guatemala, a hacer una diligencia. Debía regresar pronto, pues debía seguir preparando clases. Por la tarde celebraría la Santa Misa, confesaría a un grupo de personas y daría clases. Además, tenía prevista una convivencia con un grupo de seminaristas. ¿En dónde iba a situar mis horas de rezar y dedicar tiempo a Dios?
Les habrá sucedido varias veces: teniendo que vencer el sueño y el cansancio, se han sobrepuesto para, acordándose frecuentemente de Dios durante el día, sacar unos ratos exclusivos para tratarle.
¡Y salió, con la ayuda de Dios! Eso sí, hubo que estar vigilantes para no ir aplazando esos ratos. Ahora, a descansar, pues mañana se presenta alegre también, con muchos propósitos y trabajos.
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