Ayer tuve la oportunidad de participar e intervenir en cierto momento en un panel que trató el tema de la persecución religiosa y la formación de los futuros sacerdotes como una opción para afrontarla.
La actividad se realizó en la Iglesia de Nuestra Señora de la Paz. Hubo, me parece, más o menos un centenar de personas.
El ponente principal comentaba que hay una veintena de países en el mundo en los que los cristianos son perseguidos, muchos por regímenes totalitarios y, la mayoría, en países de presencia musulmana fundamentalista. Pero allí también ha habido gran labor de sacerdotes.
El comentario de que aquí no había persecución física pero había persecución laicista andaba rondando en el panel y entre los participantes. Por un lado, recordamos lo que decía Tertuliano, y con él los Padres de la Iglesia: "la sangre de los mártires es semilla de cristianos". Pero también es una pena que suceda a este tipo de confrontación.
En una ocasión le oí a un sacerdote, predicando enérgicamente en homilía de domingo: "además de pedírnoslo el Santo Padre [rezar por los cristianos perseguidos], ¡son nuestros hermanos! No podemos olvidarnos de ellos".
No hay comentarios:
Publicar un comentario