30 años se dicen pronto, pero en no pocas ocasiones cuesta mucho sacrificio. De estos 30 años, la Diócesis de Sololá se ha beneficiado de casi la mitad. Si bien, el don del sacerdocio siempre se renueva al celebrar la Eucaristía, se hace actual y no envejece, sin embargo podemos decir que los años más relucientes, los años jóvenes de su sacerdocio los gastó afablemente en Guatemala.
Lo que da un regusto de alegría es el buen recuerdo que se deja en los lugares por donde se pasa. En el caso del P. Luis, eso ha sucedido en Nájera -soy testigo de ello-, en Grávalos, en Guatemala y en El Salvador.
Gracias P. Luis por su labor sacerdotal, y sé que muchos se unen a mis sentimientos. Espero poder felicitarle personalmente pronto.
¡FELICIDADES!
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