“El que me ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará y haremos morada en él” (Jn 14,23).
“Haremos morada en él”. ¿Qué pueblo tiene a los dioses tan cercanos como lo está tu Dios contigo?, conminaba Josué a los israelitas. No sólo está cerca, sino que ¡está EN nosotros!
Creo que a todos nos gustaría vivir en una casa limpia, bonita, pintada, bien arreglada, con los muebles en buen estado y las cosas en su sitio; no en una casa con goteras, con basura, con polvo y telarañas... Además, una habitación se distingue de un garage, un almacén, un sótano...
¿Cómo nos esmeramos porque el lugar de nuestro corazón, en donde habita el Señor, esté más que eso de bonito?
El Señor sabe que dentro de nuestra escacez y de nuestra pobreza, intentamos darle lo mejor que tengamos. Que Él pueda estar augusto, muy contento, en esta su casa que es nuestro corazón.
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