Uno de los sacramentales, bastante recurrente para la piedad popular, es la bendición; la bendición de una casa es especial, no sólo cuando se inaugura sino también en distintos momentos de la vida de quienes la habitan. También está prevista la bendición de las familias, en su casa, en el tiempo de Pascua.
Anteayer bendije la casa de uno de mis hermanos. Estaba gran parte de la familia reunida. La ocasión fue propicia para volver a vernos, lo que es difícil cuando los hermanos hemos crecido.
En el momento de la exhortación, me he referido a la bendición de las personas que vivirán en la casa, antes que la casa misma.
La alegría por el acontecimiento es lógica: la presencia de Dios produce alegría; su ausencia, tristeza y desesperación.
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