El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán ( Lc 21, 33).
Jesús, en los últimos dos mil años por aquí ha pasado de todo: el autobús, el chatarrero, el afilador, emperadores, reyes, civilizaciones, imperios, liberadores, tiranos, enterradores de Dios, científicos locos, revoluciones, guerras, desastres naturales... ¡De todo! De todo es de todo. De todo menos tu Palabra. Mis palabras no pasarán… ¡Será por algo! La verdad es siempre la verdad. Yo quiero apostar seguro y apuesto por Ti.
▶▶Jesús, Tú tienes Palabras de Vida Eterna. ¡Que te oiga y te haga caso!
La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros (Jn 1, 14).
Jesús, quizá sea por esto. Tu Palabra, Tú mismo, Jesús, te has querido quedar con nosotros. Pero no sólo en la Eucaristía (Verbo encarnado), sino también en la Palabra, en la Sagrada Escritura (Verbo encuadernado). San Bernardo comenta: habitó, ciertamente, por la fe en nuestros corazones, habitó en nuestra memoria, habitó en nuestro pensamiento y desciende hasta la misma imaginación. Por eso me impresionó tanto aquel sacerdote al que veía leer el Evangelio y a cada rato daba besos. —¿Por qué es Ustedd tan besucón? Le pregunté: —Doy un beso cada vez que aparece escrito Jesús (el Verbo encuadernado).
▶▶Lee una página del Evangelio al día… por lo menos.
Propósito: besar los Evangelios.
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