Antenoche falleció la madre del P. Lee,
doña Ana, después de largo tiempo luchando con la enfermedad. La hemos
encomendado a la misericordia de Dios, que tendrá en cuenta la fortaleza, el
sentido sobrenatural con que llevó su enfermedad.
Ante estas circunstancias, la fe es la
fuerza de los cristianos: Dios es el dueño de la vida, que nos da aliento en
las luchas, consuelo en los trabajos, esperanza en el dolor.
Me recuerdo de aquel sacerdote, amigo mío,
a quien se le murió la madre estando de estudios él en España. Recibió la
noticia y, con el dolor de su corazón, no pudo asistir al funeral. Su padre le
dijo por teléfono algo semejante a esto: cuando un hijo pierde a su madre, lo
ha perdido todo... ¡Cuán importante es una madre en la familia.
Dios premie a doña Ana por su labor y amor
de madre y su testimonio cristiano. Al P. Lee y a su familia, les acompañamos
con nuestra oración y cercanía.
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