Fachada de nuestro Seminario |
El día de ayer, solemnidad de Pentecostés
y final del tiempo de Pascua, celebramos en la Diócesis el Día del Seminario,
un día en el que se hace promoción del Seminario yendo a las parroquias de la
Diócesis a promover las vocaciones, a agradecer la ayuda espiritual y material
que prestan los fieles a nuestros Seminarios Mayor y Menor, e incentivar a que
sigan ayudando activamente en la formación de los futuros sacerdotes.
Con
gran gusto fui a la parroquia de Patzún a ayudar sacerdotalmente y a cumplir
también con el cometido ya mencionado.
En la predicación recalqué que, aunque
Dios puede darse a conocer directamente a las personas –aunque el trato con Él
ha de ser directo, necesariamente-, prefiere hacerlo por mediadores. En el
acontecimiento de Pentecostés (cfr. Hch 2), “enardeció” a los apóstoles y a los
reunidos en el Cenáculo para prestar testimonio de Jesucristo, para hablar de
las maravillas de Dios en tan diversas lenguas. Así también ahora se necesita
de esos mediadores cualificados –los sacerdotes- para esta misión. De ahí que
esta solemnidad de Pentecostés –la venida del Espíritu Santo- esté muy ligada
al Seminario.
Aunque haya pasado esta Solemnidad,
siempre es actual la oración y la ayuda a las vocaciones. Se las encarezco,
especialmente las espirituales –aunque no vendría mal alguna material-, de las
que nos valemos principalmente.
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