Me
ha dejado impactado ―hasta un cierto escalofrío, del bueno― la lectura del
artículo que enlazo aquí, la noticia que recoge Religión en Libertad de una
niña, en Brasil, que, habiendo nacido bien, tuvo complicaciones respiratorias y
murió.
La enfermera, por tener un corazón sensible,
en vez de llevar el cuerpecito a la morgue, lo llevó a la capilla, mientras
llegaba la funeraria para llevársela. Después de tres horas de muerta, la niña
volvió a la vida.
Créalo quien quiera; los médicos
protagonistas dan su parecer de científicos y hombres fiables. ¿Por qué no
aceptar que los milagros siguen sucediendo, tocando a la puerta de las almas
para que crean en Dios?
Lee el artículo, que te ayudará.
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