"La resurrección de Lázaro", de Giotto. |
Caben varias lecturas del evangelio de
este domingo, una proclamación larga pero rica en detalles aleccionadores. Esta
vez, quisiera proponerles, con suma brevedad, el tema de la amistad de Jesús,
con cuatro frases.
“Las hermanas (de Lázaro) enviaron a decir
a Jesús: ‘Señor, aquel a quien tú
quieres, está enfermo’” (v. 3). No le dicen: “uno de los amigos que tú quieres”
ni “tu amigo Lázaro”.
“Nuestro amigo Lázaro duerme; pero voy a
despertarle” (v. 11). El Señor no tiene pudor en hacer público el cariño que le
tiene.
“Señor, si hubieras estado aquí, no habría
muerto mi hermano” (vv. 21 y 32). Ambas hermanas, Marta y María, tienen la
confianza de reprocharle no haber estado con ellos y auxiliarles.
“Jesús derramó lágrimas. Los judíos
entonces decían: ‘miren cómo le quería’” (vv. 35s.). ¡Qué humano es Jesús!
Betania es lugar de descanso. La amistad
de estos tres hermanos —Marta, María y Lázaro— un consuelo para su corazón humano y divino. Sí que les
quería. Es en el dolor cuando se prueba la verdadera amistad.
Ojalá te refugiaras frecuentemente —al
menos un rato cada día— en Betania y escucharas, embobado como María a los pies
del Maestro, la palabra iluminadora de Jesús. Tu alma te lo agradecerá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario