Es más alegre y motivador hacer las cosas en común con los de la familia, pero no siempre se puede. También en el tema del deporte, el espíritu competitivo te hace disfrutar del ejercicio; pero no siempre dispondrás del tiempo para hacerlo así. Por eso, en la medida de lo posible, hago un rato de deporte, aunque tenga que hacerlo solo.
La semana pasada salí a correr un poco, camino a Panajachel (a tan siquiera al Segundo Mirador del Lago; algunos de los lectores conocerán el lugar); iba en traje de deporte, como es de suponer. Volviendo, haciendo el camino hacia arriba, me detuve a ayudar a unas señoras que, me parecía, necesitaban que les echara una mano para subir su leña sobre la cabeza, a la manera como lo hacen aquí las mujeres indígenas. Ellas, lo agradecieron, y comentaron entre sí, en lengua kaqchikel: "Wetaman rwäch. Re', Padre" (Le conozco; es Padre). Como de hecho lo comprobé en conversación con ellas, son de San Jorge La Laguna, pueblito cercano a acá.
El lunes pasado fui de nuevo a correr un poco, al mismo sitio. Llegando al punto de inflexión, me detuve un momento para estirar músculos. Iba con lentes oscuros, para proteger los ojos que ya se resienten por el sol. Lo cierto es que, al detenerme, se acercaron cuatro niños, de entre cinco y ocho años. Se les vislumbraba en el rostro una cierta picardía... Intuí que se acercaron para pedir one dollar, como han aprendido a proferir. Pensaron que, al tener gafas de sol, podía darles algo. Pero, se llevaron gran sorpresa cuando les dije, en kaqchikel: Seqer. Man xix b'e' ta pa escuela? (Buenos días. ¿No fueron a la escuela?). Y nos pusimos a conversar de cosas triviales. Lo de pedir algo lo comprobé después, cuando se apareció, de verdad, un gringo por ese sitio...
A ver mañana...
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