Extraigo estos dos párrafos del resumen que hace Zenit (pueden leer la reseña entera) de las preguntas que le hicieron al Santo Padre y de las respuestas que dio a los periodistas en el avión, en vuelo de Sri Lanka a Filipinas. Seguimos encomendando su viaje a Asia, pues de ahí saldrá muchos frutos.
El tema que proponemos es el de la relación entre la libertad de expresión, la religión y el atentado reciente de París. Sí, todavía está fresca la noticia del atentado a la revista satírica parisina que no termina de escarmentar.
“Cada persona tiene el derecho de practicar la propia religión sin ofender, libremente, y es lo que queremos todos”, ha observado. Además, ha indicado que “no se puede ofender o hacer la guerra, matar en nombre de la propia religión, en nombre de Dios”. Asimismo ha recordado que “también nosotros fuimos pecadores en esto, pero no se puede matar en nombre de Dios, ésta es una aberración”.
En cuanto a la libertad de expresión ha precisado que “cada persona no solo tiene la libertad, sino la obligación de decir lo que piensa para apoyar el bien común”. Es verdad que no se puede reaccionar violentamente, pero --ha advertido el Papa-- si mi amigo insulta a mi madre, ¡se lleva un puñetazo! A propósito, el Santo Padre ha recordado que el papa Benedicto XVI, habló de esta mentalidad post-positivista, de la metafísica post-positivista, “que llevaba a creer que las religiones o las expresiones religiosas eran una especie de sub-cultura, toleradas, pero poca cosa, no forman parte de la cultura iluminista”. Y ha continuado explicando que hay mucha gente que habla mal, que se burla de la religión de los demás. Estas personas provocan y puede suceder lo que le sucedería si insultan a una mamá. “Hay un límite, cada religión tiene dignidad, cada religión que respete la vida humana, la persona humana… yo no puedo burlarme de ella”, ha precisado. Este ejemplo del límite lo ha puesto para indicar que “en la libertad de expresión hay límites”.
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