Hoy me he dedicado a leer un buen rato, gustosamente. Un escrito que tenía pendiente, de pequeña extensión pero muy rico, era el Nican Mopohua. Como ustedes saben, es el primer relato escrito de las apariciones de la Virgen de Guadalupe, en el año 1531, contada por el mismísimo San Juan Diego y redactado por don Antonio Valeriano. Cuánto me he recreado y edificado con su lectura.
También me puse a leer, casi de un tirón, la reciente y pequeña biografía de D. Álvaro del Portillo (Álvaro del Portillo: el poder de la humildad"), escrito por Helena Scott y Ethel Tolansky. Me he recordado de mis lecturas anteriores acerca de este nuevo Beato, ejemplo de pastor.
Por último, y es el libro al que he tomado la fotografía, el FLOS SANCTORUM, un escrito tan antiguo y tan famoso que será un gran gusto que se pueda aprovechar en nuestro Seminario. Nos lo ha regalado el Padre J. Pérez, a quien agradecemos este magnífico regalo. Quien tenga una mediana cultura recordará que este libro es el que, "sin querer queriendo", se puso a leer San Ignacio de Loyola durante su convalecencia, no encontrando otro de su gusto. Al final, pensando en las cosas que leyó, mudó de vida.
En fin, hay mucho que seguir aprendiendo. Les animo a que puedan aprovechar una buena lectura, que siempre podemos aprovechar algo para nuestra vida.
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