Dentro de tres días celebraremos la gran fiesta del Corpus Christi, fiesta de gran algarabía para los hijos de Dios, pues celebramos el regalo de la Presencia Real de Jesucristo en la Eucaristía y su permanencia entre nosotros por amor. Él nos sirve de alimento y de compañero en nuestra peregrinación hacia el Padre.
Una de las verdades que no hemos de olvidar es lo que sucede en la Consagración, el corazón de la celebración de la Santa Misa: el pan y el vino se convierten en Cuerpo y Sangre del Señor, el mismo Señor muerto y resucitado para nuestra salvación que se nos entrega como alimento.
¿Cómo, pues, vamos a vivir indiferentes a esta manifestación extrema del amor de Dios? ¿Qué respuesta daremos? Recibirle con devoción y amor, y tratar de prepararnos y hacernos lo más dignos posibles.
Es probable que hayan visto ya la película "El Gran Milagro". Aquí, el trozo que se refiere a la Consagración. Que nos ayude a prepararnos para la celebración del Corpus.
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