Hoy celebramos este acontecimiento histórico y trascendental: para redimirnos, quiso Dios hacerse uno de nosotros. ¿No había otro camino? Él lo sabe.
En el cuadro contemplamos como dos escenas: la pérdida de los dones divinos y la expulsión del paraíso de nuestros primeros padres, y, en la escena que domina el cuadro, el momento en que se restablecen las relaciones -incluso se superan- entre lo divino y lo humano, gracias a la iniciativa de Dios. Protagonistas son la Virgen, el Ángel Gabriel, al Espíritu Santo (en el rayo que ilumina a María).
¿Se habrá arrodillado el Arcángel ante la Virgen? Yo digo que sí. San Gabriel, más consciente que la mayoría de las criaturas racionales, sabía que era la Reina del Cielo, que iba a ser la Madre de Dios mismo..., la Reina de los Ángeles, ¿cómo no lo iba a hacer?
Esta fiesta del 25 de marzo -dentro de nueve meses celebraremos el nacimiento de quien ahora ha tomado asiento en su trono real en el seno inmaculado de la Virgen- es digno de celebrarlo en grande.
Por cierto, para apreciar esta gran obra de Fra Angelico, pinchen sobre la imagen. No les defraudará.
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