Lc 11,1-4. “Estaba haciendo oración en cierto lugar. Y cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: -Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos” (v. 2). ¡Cómo enamoró a los discípulos la forma de orar de nuestro Señor!
“Si no te consideras preparado [para hacer oración], acude a Jesús como acudían sus discípulos: ¡enséñanos a hacer oración! Comprobarás cómo el Espíritu Santo ayuda a nuestra flaqueza, pues no sabiendo siquiera qué hemos de pedir en nuestras oraciones, ni cómo conviene expresarse, el mismo Espíritu facilita nuestros ruegos con gemidos que son inexplicables (Rm 8,26)” (Amigos de Dios, n. 244). Si no, reza despacio el Padrenuestro, considerando lo que dices.
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