De Francisco Salzillo Alcarez |
La Visita de María a su prima Isabel (Cfr. Lc 1,39ss.).
“La alegría se debe compartir siempre. Una alegría se debe comunicar. María corrió inmediatamente a comunicar su alegría a su prima Isabel... Éste es el verdadero compromiso del Adviento: llevar la alegría a los demás. La alegría es el verdadero regalo de Navidad; no los costosos regalos que requieren mucho tiempo y dinero. Esta alegría podemos comunicarla de un modo sencillo: con una sonrisa, con un gesto bueno, con una pequeña ayuda, con un perdón. Llevemos esta alegría, y la alegría donada volverá a nosotros. en especial, tratemos de llevar la alegría más profunda, la alegría de haber conocido a Dios en Cristo. Pidamos para que en nuestra vida se transparente esta presencia de la alegría liberadora de Dios” (Benedicto XVI, Homilía, 18-12-2005).
“María... va a casa de su anciana prima Isabel, a la que todos consideraban estéril y que, sin embargo, había llegado al sexto mes de una gestación dona por Dios (cf. Lc 1,36). Es una muchacha joven, pero no tiene miedo porque Dios está con ella, dentro de ella... La presencia de Jesús la colma del Espíritu Santo. Cuando entra en la casa de Isabel, su saludo rebosa de gracia: Juan salta de alegría en el seno de su madre, como percibiendo la llegada de Aquel a quien un día deberá anunciar a Israel. Exultan los hijos, exultan las madres. Este encuentro, impregnado de la alegría del Espíritu, encuentra su expresión en el cántico del Magníficat” (Benedicto XVI, Discurso, 31-5-2005).
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