En la Santa Misa, hemos escuchado ahora la
autobiografía de San Mateo (9,9-13). Qué escueta, a la vez que encantadora.
Este pensamiento me lo sugirieron hoy:
bastó una palabra (“Sígueme”) para que Mateo siguiera al Señor. Con esa
prontitud hemos de obedecer las indicaciones del Señor.
Por otro lado, no sé si Mateo habrá
pensado, aquel recaudador de impuestos, en si era políticamente correcto lo que
estaba haciendo: invitar a sus amigos, a sus amiguitos, a un banquete que sería
distinto, por el Invitado especial. No le importó. Es más, quizá se lo pensó y,
avezado, quiso que sus amigos conocieran también al Señor. Además, sería el
último banquete de este tipo, pues comenzaría nueva vida.
Lo cierto es que hoy es un buen día para
agradecer al Señor su Palabra escrita en este Evangelio según San Mateo, y
utilizar lo que Dios quiso que quedara plasmado para bien de todas
generaciones.
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