El día de ayer, a las 10:35 de la mañana,
se movió todo. La sacudida la sentí fuerte, pero no pensé que fuera de la
magnitud que después se comunicó: 7.2 grados en la escala de Richter. Fue casi
tan fuerte como el terremoto de 1976 (7.6 grados). Discutían sobre si se le
llamaba “sismo” o “terremoto”, pero en términos coloquiales fue lo segundo. El epicentro
estuvo entre los departamentos de San Marcos y Quetzaltenango, en el Occidente
del país. El movimiento se sintió en el Sur de México y también en El Salvador.
En conferencia de prensa de anoche, el
Presidente de la República apuntaba que han sido más de cuarenta muertos los
reportados -ahora más de cincuenta-, y una veintena de desaparecidos en todo el territorio. Principalmente
en la cabecera de San Marcos, fueron unas ciento diez casas las que cayeron, quedando
sin vivienda muchas familias. Además, hasta las 8 de la noche, habían sido 19
las réplicas (de 4.2 a 4.6 grados), lo que era nota positiva pues, así, la
tierra liberaba energía y había menos peligro de un terremoto más grande.
En nuestra Diócesis, la estructura de
varios templos parroquiales (Patzún, Concepción, Catedral de Sololá, Nahualá)
ha quedado dañada. En el departamento, sólo una niña ha muerto debido al
terremoto. Puesto que la capacidad económica en esta área ha mejorado algo en
este tiempo, la mayoría de la gente ya ha utilizado hierro para la construcción
de casas, por lo que ha habido muy poca pérdida, no así en los departamentos
mencionados.
Gracias a Dios, en nuestro lugar no ha habido
mayores consecuencias, aunque habrá que preocuparse por ayudar a los
damnificados. Una nota jocosa ha sido la que nos han contado: un sacerdote estaba
en el confesonario; al sentir la magnitud del movimiento puso “pausa” a la
Confesión y le dijo a quien se confesaba que mejor seguían después...
Nos han contado también que de parte del
Santo Padre ha llegado una nota de
preocupación y de cercanía a la Conferencia Episcopal. ¡Gracias, Santo Padre,
por su cercanía!
Gracias por la información. Me alegra que los conocidos estén bien. Acompaño a los afectados con mi afecto, oración y estima. Cuenten siempre con mi cercanía y afecto y ánimo para seguir adelante con alegría.
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