Felipe y el etíope, intendente de Candaces. |
Puede servir a alguno las consideraciones
que aquí escribo. Ése era el objetivo de este blog. Quizá ayude a alguno.
Felipe, el Apóstol, aprovechó ―como indica la primera lectura
(Hch 8,26-40)― una oportunidad para hablar de Dios a alguien que
necesitaba una guía. Dice el texto sagrado: “Felipe se puso a hablarle y,
tomando pie de este pasaje, le anunció el Evangelio de Jesús”.
Felipe se hizo el encontradizo. Aprendió bien
de su Maestro (Lc 24,15). Pero, hay que buscar maneras para acercarse al
hermano y hacerse oportuno para hablarle un poco de Dios, que el hermano
levante su vista a Dios por encima de sus preocupaciones habituales meramente
humanas. Ingeniársela para meter a Dios en el alma de los demás.
¿Qué dices? Me parece que el que tiene a
Dios hablará de Dios, con que no se nos meta la vergüenza o los respetos
humanos.
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