En el segundo domingo del tiempo de Pascua
se lee el pasaje del Cuarto evangelio que narra las apariciones del Resucitado
a sus apóstoles (20,19-31), la primera, cuando no se encuentra Tomás; la segunda,
cuando ya se encuentra y recibe la lección de fiarse de Jesús, de fiarse del
testimonio de los demás: “Porque me has visto, has creído. Dichosos los que
crean sin haber visto” (20,29).
La fe, además de ser una virtud
sobrenatural-teologal, don de Dios, también indica el contenido de la
Revelación.
A propósito de ello, invitaba a los
feligreses –a los de mi parroquia-, especialmente a los jóvenes ―que suelen ser “estudiados”―, QUE SE ATREVAN A RAZONAR Y
PENSAR LA FE (fides quaerens intelectum: la fe que busca entender). Que no le tengan miedo a las dificultades que
puedan aparecer al ir a las últimas consecuencias del razonamiento ―de la mano del Magisterio de la
Iglesia―, que encontraran la solución y una mayor luz para
vivir en la Iglesia, para conocer mejor a Dios y su designio salvador.
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