¿Alguna
vez te ha sucedido que, al leer un trozo de la Biblia, como Dios te está
hablando directamente a ti, que eso fue escrito para ti? Sin duda.
Sin
pretenderlo, sin buscarlo, en el evangelio de la Misa estamos leyendo el capítulo
14 de San Lucas, que habla sobre el seguimiento de Cristo, sobre el Reino,
sobre la vocación. A mí me ha servido para repasar ciertos temas.
Ayer,
de la mano de Salvador Canals (Ascética Meditada), consideré el peligro de las
cosas buenas (cfr. Lc 14,15-24): que hay cosas buenas ―como las de los que se disculpan―
que nos pueden apartar de lo mejor, del Reino y de Dios.
Hoy leímos (cfr. Lc 14,25-33): “Si alguno
se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre , y a su mujer y a sus
hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser
discípulo mío”.
Ahora, en convivencia vocacional en el
Seminario, fue relativamente fácil enfrentar a cada joven consigo mismo, para
que dé el paso de ingreso al Seminario. Claro, cada uno debe hacerlo.
Seguimos encomendando la vocación de cada
uno de estos candidatos.
Hoy, los jóvenes han disfrutado de la película "Pescador de hombres". ¿Qué les parece?
No hay comentarios:
Publicar un comentario