"Bautismo de Cristo" de Navarrete el Mudo. |
Hoy
celebramos la fiesta del Bautismo del Señor. Uno de los efectos del Bautismo en
nuestra alma es la filiación divina, es decir, que somos hijos de Dios; por lo
tanto, todos somos hermanos. El sentido sobrenatural nos lleva a considerar a
todos hermanos. Ojalá nunca nos veamos extraños. La Virgen ha tenido mucho que
ver en esto... Así lo escribe el Prelado del Opus Dei, Mons. Javier Echevarría,
en su carta pastoral de enero, de la que copio un trozo. Si quieres, puedes
leerla entera pinchando aquí.
Comenzamos la segunda parte del
tiempo de Navidad con la solemnidad de la Maternidad divina de María. Nuestra
mirada se fija ahora con mayor atención en esa criatura sin par que de ese modo
tan sencillo —ecce ancílla Dómini— dio paso a la encarnación del Verbo y nos ha
convertido en hijos de Dios en Jesucristo; hermanos con una fraternidad más
fuerte que la del común origen de Adán y Eva. ¡Oh Madre, Madre!: con
esa palabra tuya —"fiat"— nos has hecho hermanos de Dios y herederos
de su gloria. —¡Bendita seas! (San Josemaría Escrivá). Se realiza así una
de las más profundas aspiraciones del corazón humano: un anhelo
indeleble de fraternidad, que nos invita a la comunión con los otros, en los
que encontramos no enemigos o contrincantes, sino hermanos a los que acoger y
querer (Papa Francisco, Mensaje para la Jornada Mundial por la Paz).
De esta manera, es fácil querer al Papa... Mira y escucha el "video".
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